¡Querido Pedro!… Sus pasos marcan la ruta de la Iglesia.
La conclusión del discurso del Pan de Vida tenía que ser la confesión de Fe joánica de San Pedro:
Señor, ¿a quién vamos iremos? Tú solo tienes palabras de vida eterna; y nosotros creemos y conocemos que tú eres el Cristo, el Santo de Dios.
A pocas horas de celebrar a Cristo, el Buen Pastor, agradecemos la misión y el ministerio del Papa, Obispo de Roma, quien nos confirma en la Fe Católica de los Apóstoles.
Nos enseña Simón Pedro a buscar al Señor, no por lo que nos da, sino por quién es Él.
Nos podremos escandalizar de aquello que no podemos entender o la finalidad de algunas decisiones de quienes nos pastorean.
Más, nunca hemos de abandonar el Rebaño que es nuestra Casa y Familia.
La gente va y viene, y la Iglesia está afincada en la Roca invisible que es Cristo Mismo y sobre la Roca Visible que es San Pedro.
La proclamación de las Palabras de Vida Eterna y la administración del Pan bajado del Cielo, junto a los Sacramentos de la Gracia Divina, están garantizados en la persona de los Sucesores de San Pedro.
A María, Reina de los Apóstoles, confiamos el cuidado de la Iglesia, depositaria de la Fé Católica.