¡No basta proclamar la resurrección del Señor!.

La lección de vida que nos da la Iglesia es que una y otra vez, cada día, desde abajo, desde lo más humilde y sencillo tenemos que volver a comenzar.

Es la lucha por buscar los bienes de arriba, ir subiendo conforme a los valores del Reino de Dios que al fin los Apóstoles comprendieron su sentido.

Mirar siempre el suelo, no olvidar de dónde venimos, dar gracias por ello y recordarlo a todos.

Todo es paso a paso.¡Cuántas veces dejamos de ver la realidad y nos dejamos guiar por fantasías y cantos de sirenas!.

Si a los ojos del mundo materialista, clasista e inmoral escuchamos sus voces que nos dicen que estamos alcanzando la cúspide, lo más alto, entonces hay que bajarse cuánto antes de allí, porque el golpe puede ser devastador.

Nuestras alas no pueden ser de papel.

Hemos de reconocer que los sueños siempre acaban.

Tenemos que despertarnos y espabilarnos.

Nunca creas haber llegado. Los golpes en el suelo nos lo recuerdan. Los años, los lugares, los esfuerzos y logros, los kilómetros andados no son nada comparados con lo que nos falta por recorrer y el gran esfuerzo que hemos de realizar para alcanzar el Cielo.

Y, ¿Quienes nos esperan allá?, ¿Por quiénes tenemos que esforzarnos en la vida?.

Más allá nos esperan, junto a nuestro Dios, la Virgen María, San José y los Santos que nunca abandonaron su misión de misericordia, además de nuestros padres y familiares, y esas puertas eternas las abrirán los benditos del Padre a los que hicimos el mayor bien posible.