En el día de Pentecostés la Paz de Jesús resucitado es el gran don que todos pedimos y hemos de recibir para xomulgar de su costado abierto y de las llagas de sus manos.

El Concilio Ecuménico Vaticano II en el número 12 de la Constitución de Iglesia afirma: «el Espíritu instruye y dirige a la Iglesia con diversos dones jerárquicos y carismáticos y, guiándola hacia la verdad completa y unificándola en la comunión y el ministerio, la adorna con sus frutos» (LG, 4).

Para ello, el Espíritu reclama y exige nuestra colaboración libre y responsable.

Recibamos continuamente con fe al Espíritu Santo en los Sacramentos de la Iglesia que nos otorgan el perdón de los pecados.

Renovemos las promesas que un día hicimos en el Sacramento de la Confirmación para recibir el Aliento, la Fuerza y el consuelo del Espíritu Santo.. y vayamos a Evangelizar, es el sentido del cierre al que asistimos hoy del tiempo de la Pascua.

Por eso, digamos todos, por intercesión de la Virgen María, Madre de la Iglesia y de la Comunión de los Santos…
¡Ven Espíritu Santo!
¡Ven Espíritu Santo!
¡Ven Espíritu Santo!
En el Nombre del Señor.