En pocas horas celebraremos la Vigilia de Pentecostés.

Renovaremos el Sacramento de la Confirmación, nuestra udentidad y condición de discípulos amados del Señor.

Los sacrificios que como cristianos hemos hecho por el Reino de Dios de justicia, paz y solidaridad serán recompensados a la vuelta definitiva del Señor. No sabemos cuándo será ni bajo que circunstancias.

Coloquemos ahora en el Altar de la Cruz de la Iglesia aquello que es motivo de nuestras constantes quejas, o satisfacciones y desaliento total, así como de tantos reclamos y rechazo a aquellos que hicieron lo que está fuera de nuestro agrado y parámetros.

Pidamos a María Santísima, la Virgen portadora del Espíritu Santo que llenos de esperanza nos realicemos y plenifiquemos como discípulos del Señor.