En la Santa Misa celebramos la hora de la glorificación en la tierra de Jesús y de su Padre Celestial.

Aspiramos a la vida eterna. Somos del Señor. Así lo ha querido Él.

Nos ha elegido. Celebramos la Santa Misa porque queremos guardar a la Palabra en nuestra alma.

Cristo a la derecha del Padre pide por cada uno de nosotros a toda hora, incensantememte.

Misterio y gracia que recordamos cada año en la semana de la Ascención del Señor.

Roguemos ahora para transitar en este mundo como lo hicieron San Carlos Luanga y compañeros mártires, los primeros santos africanos que rechazaron la maldad de su rey rechazando a este mundo de espaldas a Dios.

Así lo atestiguó en su canonización en Uganda San Pablo VI.