Del fraile franciscano portugués, Doctor de la Iglesia y sucesor de San Francisco de Asis, nacido en una pobreza extrema, solo diremos que nunca abandonó la humildad, las condiciones de vida austeras y la sencillez a semejanza del Niño Jesús de quien procedía su ciencia infusa y cultivar al servicio de la Iglesia, así como la obediencia al Papa y los Obispos en las misiones que le encomendaban por el bien de los reinos de aquella época.

¡De tal proceder y de ciencia tan hermosa hemos de comulgar del Altar de Dios!