El amor, la amistad y la generosidad no son medios de inversión para obtener favores, ganar influencias, asegurarse protección.
Nunca la venganza beneficia. Siempre perjudica a todos.
Por ello, a la hora en que ocurre la desgracia al que nos ha hecho mal, orar por ellos y por sus familiares. Bendecirlos. ¡Qué puedan alcanzar la salvación!
La enfermedad, las perdidas, las crisis económicas y la muerte nos hacen a todos iguales.
¿Qué hacer entonces? ¿Dejar que nos sigan atropellando? !¡No!. De ninguna manera.
Tomar distancia. No envenarnos emitiendo comentarios negativos y desafiantes. Saludemos con respeto y educación, pero no con hipocresías.
Un vaso de agua, pan y un medicamento no se le niega a nadie. Tampoco una muda de ropa
No llevar cuentas y dejar la reciprocidad en todo lo que uno da para bien de los demás, en especial a los familiares y amistades que se llevan en el corazón. Cada quien da de lo que tiene en su interior.
Si tenemos que lnteractuar con personas que no saben ni tienen nada para dar, y en algunos casos solo saben dar desde sus resentimientos y poquedad..
No hacer caso a nada de eso.
Dar una buena propina, saludar con educación, jamás mendigar cariño ni hacerse el payaso para agradar, y ser siempre sobrios, comedidos en presencia y participación, y cultivar muchas amistades, no solo las del propio círculo. Muchas personas buenas nos esperan para que seamos buenos con ellos.
La Plegaria Eucarística de Reconciliación II, en estos tiempos de guerra y casi nula solidaridad nos llevará de fervor y sociego en el preciado don y arte de la comunicación y convivencia humana.