A San José, descendiente de Abraham y de David, se le llama el terror de cualquier demonio porque de su persona y proceder aprendió Jesucristo, hijo único de Dios e hijo único de María, las prerrogativas de su Misión entre nosotros.
Por ello, Cristo Jesús aprendió del cuidado y la educación de San José, su Padre Adoptivo, a expulsar los demonios que atentaban el trabajo humano honrado, la vida doméstica sencilla y cercana, la cohesión de las familias, la consolación de los afligidos y la atención a los enfermos, el sano acompañamiento a los moribundos y el servicio desinteresado y humilde en la Iglesia de la Santa Comunión Eucarística.
Roguemos al Patrón y Protector de la Iglesia que expulse a los demonios verdaderos que quieren destruir la Fé Católica fundamentada en los matrimonios y familia, en la educación y el trabajo digno, en el servicio y el bajo perfil que caracteriza a los verdaderos hijos de Dios.