Día del 162 aniversario de la Restauración de la soberanía nacional.

Rogamos por la patria dominicana tan necesitada de seguridad para sus habitantes, de servicios para su alimentación, salud, viviendas y educación.

La cuestión de los niños y los ancianos es apremiante.

Los jóvenes y adultos dedicados a la violencia y delincuencia no puede esperar.

Hagamos caso a las palabras del Santo Padre León XIV: «En el cambio de época que estamos viviendo, la Santa Sede no puede eximirse de hacer sentir su propia voz ante los numerosos desequilibrios y las injusticias que conducen, entre otras cosas, a condiciones indignas de trabajo y a sociedades cada vez más fragmentadas y conflictivas. Es necesario, además, esforzarse por remediar las desigualdades globales, que trazan surcos profundos de opulencia e indigencia entre continentes, países e, incluso, dentro de las mismas sociedades… Es tarea de quien tiene responsabilidad de gobierno aplicarse para construir sociedades civiles armónicas y pacíficas… esto puede realizarse sobre todo invirtiendo en la familia, fundada sobre la unión estable entre el hombre y la mujer… nadie puede eximirse de favorecer contextos en los que se tutele la dignidad de cada persona, especialmente de aquellas más frágiles e indefensas, desde el niño por nacer hasta el anciano, desde el enfermo al desocupado, sean estos ciudadanos o inmigrantes «. Recemos el Te Deum por la tierra liberada por Gregorio Luperón y compañeros para que en ella se hagan vida los principios de la Doctrina Social de la Iglesia Católica (DSI) del Espíritu de justicia, paz y promoción del desarrollo humano de nuestro pueblo.

Virgen María, Madre de los Dominicanos, escucha el clamor de tus hijos desesperados por la carencia de sus necesidades más básicas

TE DEUM

A Ti, oh Dios, te alabamos; a Ti, Señor, te reconocemos.
A Ti, Eterno Padre, te venera toda la creación.
Los ángeles todos, los cielos y todas las potestades te honran.
Los querubines y serafines te cantan sin cesar:

Santo, Santo, Santo, es el Señor Dios del Universo.
Los cielos y la tierra están llenos de la majestad de tu gloria.
A Ti te ensalza el glorioso coro de los Apóstoles,
A Ti te ensalza la multitud admirable de los Profetas,
A Ti te ensalza el blanco ejército de los Mártires.
A Ti la Iglesia Santa extendida por toda la tierra, te proclama:

Padre de inmensa majestad,
Hijo único y verdadero, digno de adoración,
Espíritu Santo Paráclito.
Tú eres el Rey de la gloria, Cristo.
Tú eres el Hijo único del Padre.
Tú, para liberar al hombre, aceptaste la condición humana, sin desdeñar el seno de la Virgen.
Tú, rotas las cadenas de la muerte, abriste a los creyentes el Reino del Cielo.
Tú te sientas a la derecha de Dios en la gloria del Padre.

Creemos que un día has de venir como Juez.
Te rogamos, pues, que vengas en ayuda de tus siervos,
a quienes redimiste con tu preciosa Sangre.

Haz que en la gloria eterna nos asociemos a tus Santos.
Salva a tu pueblo, Señor, y bendice tu heredad.
Sé su Pastor y ensálzalo eternamente.
Día tras día te bendecimos.