El Reino de Dios es verdad, justicia y paz en el Espíritu Santo. Tan diferente es esto de la figura distorsionada y parcial de un Jesús que han querido por siglos justificar personas que no conocen al verdadero Hijo de la Virgen María, presente y operante en el Sacramento del Altar, Pan del Cielo, Eucaristía, nuestro único Dios y Señor.
La paz que nos ha traído el Crucificado
Paz es sinónimo de familia unida, presente y solidaria. La división indica competencia, ambición y egocentrismo. Hemos de preguntarnos: ¿cada día hago algo por al menos una persona que esté sufriendo por la situación implantada por determinados y restringidos sectores sociales que propician las desigualdades y la marginación de quienes están a nuestro lado?.
Violencia e indiferencia son consecuencias del pecado social o sostenimiento del status social propio y sectorial a como dé lugar. Este Status se mantiene por el sometimiento de los individuos a un estado de serviles entes que miran desde abajo a alguien a quien obedecer para recibir apenas. beneficios para una precaria supervivencia.
La labor de los verdaderos padres de familia, educadores, del Magisterio de la Iglesia, de los sacerdotes con corazón de pastores de a pie, de los creyentes de bajo perfil y generosa colaboración es erradicar la violencia, la discriminación y el sometimiento que propiciamos por intereses particulares, así como forjar eficiente servicio que debe toda sociedad a sus habitantes en materia de vivienda, alimentación, salud, educación, retiro en la vejez y seguridad.
Toda religión debe tener en miras estas prioridades humanas. ¿De que vale rezar y rezar si no estamos ayudando heroicamente a los que carecen de todo lo elemental conforme a la dignidad humana, o lo que es lo mismo, la imagen y semejanza de Dios con la que es concebido cada hombre y mujer sin distinción alguna?
La Cruz de Cristo es la referencia de nuestra cultura occidental. Pero los responsables del bien común , y por igual las generaciones que estos han conducido a lo largo del tiempo no han entendido que dicha Cruz es asumir sobre sí mismos el ,sacrificarse y pagar el precio de erradicar las diferencias sangrientas entre familiares, clases sociales e ideologías que causan toda clase de conflictos.
La Espada que ha venido a traer Jesucristo es su Palabra hecha Carne y Sangre en la reconciliación, la donación y la entrega laboriosa, que solo a precio de la propia sangre y del sacrificio en extremo logra alcanzar la voluntad de Dios.
El fuego que ha venido a traer Jesucristo y la Comunidad Eucarística es el servicio dado a cada persona de toda nacionalidad, credo y condición es el bautismo de su pasión dolorosa.
Él mismo mandó a San Pedro a guardar la espada en la vaina al grito sonoro del ¡Basta ya! Si él hubiera querido hubiese llamado a una milicia de ángeles para que le librara de aquel momento que nos trajo la salvación y a El la muerte más cruenta.
Hoy la Iglesia nos hace el llamado a la erradicación de la sed de poder y dominio, de doctrinas alienantes y de eventos triunfalistas, en especial en el área de la vivencia religiosa y pasar de ser agentes lúgubres a personas de bien, de sencillez y de servicio.
Los desamparados han de ser para nosotros imagen y semejanza de Cristo crucificado y su resurrección en la lucha por la ausencia de conflictos y la eliminación de todo armamento bélico.
Paz, Eucaristía y trabajo honrado y sacrificado es la verdadera religión de toda sociedad verdaderamente humana.
María Virgen de la Paz, ruega por un mundo sin armamentos, sin contiendas de clases sociales y con la justicia del trabajo digno para todos.