A María, la Reina del Cielo, elevó Cristo, su Hijo, a la categoría de Dueña y Señora del Universo.
Nos dijo al respecto el Papa Francisco, de feliz memoria que: «En María se alcanza la meta y tenemos ante nuestros ojos la razón por la que caminamos: no para conquistar las cosas de aquí abajo, que se desvanecen, sino la patria allá arriba, que es para siempre”.
La realiza de la Virgen María es ejercida por ella en sencillez, en servicio y en la humildad. En esto ha de consistir la grandeza, la clase y la elegancia de toda mujer.
Dedicada a su hogar, a las ayudas de los más desfavorecidos de la Comunidad de Hermanos del Señor y a la alabanza del Todopoderoso. Nada de reconocimientos, nada de empoderamientos, nada de fama y fortuna. Solo Dios y sus hijos, es el tesoro de su Corazón Inmaculado.