A los cuatro días, San Joaquín y Santa Ana llaman a su hija «María» o la doncella elegida o amada para los desposorios con Dios.

Podemos invocar el nombre de María porque ella contiene en su persona toda la belleza, la pureza y la misericordia que una creatura puede contener. Y esto en vistas a darnos a nuestro Señor Jesucristo.

Nuestra Señora del Dulce Nombre nos refiere de inmediato al fruto bendito de su vientre virginal: al Nombre sobretodo nombre: al Nombre de Jesús, como todo lo que tiene que ver con la Madre, de inmediato nos lleva a Jesús, asegurándonos valentía ante los desafíos que no presenta este mundo sin Dios y los sufrimientos en que nos sumerge.

Por eso, clamamos a su nombre diciendo: Ave María…