Acabamos de desmenuzar la entretenida saga de “Viejo, Pero No Pend3j0”, una historia de comedia y karma que nos sacó más de una carcajada. Pero si nos quitamos por un momento las gafas de espectador y nos ponemos las de analista, descubriremos que la verdadera joya no está solo en el guion, sino en el acto mismo de su creación. Este proyecto, liderado por el joven Joel Disla y su talentoso elenco iniciando con el ya conocido Billy Berroa, es un brillante ejemplo del poder, la valentía y el valor del cineasta y videógrafo emergente en la era digital.
La Valentía de Presionar “Publicar”
Toda gran película, todo video viral, toda historia que nos conmueve comenzó como una simple idea en la cabeza de alguien. La diferencia entre un sueño y un proyecto real es una palabra: acción. Lo que Joel Disla, el actor que encarna a Billy Berroa y todo el equipo hicieron fue dar el paso más difícil de todos: se atrevieron.
Crear es un acto de vulnerabilidad. Es plasmar tu visión, tu humor y tu esfuerzo en un formato y lanzárselo al mundo, abriéndote a la crítica, al aplauso, a la indiferencia o, como en este caso, al éxito masivo. Esa valentía es el primer ingrediente, el más esencial, y a menudo, el que más escasea. Ellos no esperaron el presupuesto millonario ni la aprobación de un gran estudio; confiaron en su historia y en su capacidad para contarla.
YouTube: El Nuevo Gran Escenario de Cineastas y videógrafos
Hace unas décadas, ser cineasta era un sueño reservado para unos pocos privilegiados que lograban atravesar las murallas de la industria tradicional. Hoy, esa muralla se ha democratizado, y su nombre es YouTube. Plataformas como esta han cedido el poder a los creadores, convirtiéndose en el semillero de talentos más grande del mundo.
Este proyecto es la prueba viviente de ello. Sin necesidad de intermediarios, el equipo de “Viejo, Pero No Pend3j0” produjo, actuó, editó y distribuyó su trabajo, llegando a una audiencia de más de un millón de personas en un tiempo récord. Esto demuestra que el oficio de cineasta y videógrafo ha encontrado un nuevo hogar. Ya no se trata solo de “hacer videos para internet”; se trata de hacer cine para una audiencia global y directa. Es dominar el arte de contar historias, de manejar la cámara, de dirigir actores y de editar con ritmo, todo con la agilidad y los recursos del mundo digital en este caso de un celular.
Criterio y Determinación: Las Claves del Éxito
Por supuesto, el éxito no es casualidad. No basta con tener una cámara y una cuenta de YouTube. Lo que distingue a proyectos como este es el criterio y la determinación.
- Criterio: Supieron leer a su audiencia. Crearon una historia con un humor local, personajes reconocibles y situaciones que resuenan con la cultura dominicana. No intentaron imitar fórmulas de Hollywood; hablaron su propio idioma y, al hacerlo, lograron una conexión auténtica y poderosa.
- Determinación: Realizar dos cortometrajes de más de 30 minutos cada uno es una tarea titánica. Implica horas de escritura, planificación, rodaje y edición. Es superar problemas técnicos, coordinar gente y mantener la motivación alta. Esa es la determinación que separa a los aficionados de los verdaderos emprendedores del audiovisual.
Un Estímulo para Ti, Futuro Creador
El éxito de Joel Disla y su equipo no debería ser visto como un caso aislado y extraordinario, sino como un faro de inspiración. Es un mensaje directo para todos aquellos que tienen un proyecto guardado en un cajón o dando vueltas en su cabeza sin atreverse a concretarlo.
Quizás no tengas el mejor equipo, quizás te dé miedo el “qué dirán”, quizás creas que no estás listo. Pero esta historia nos enseña que, con una idea clara, con la determinación de llevarla a cabo y con la valentía de compartirla, las barreras se desvanecen.
Esa historia que te apasiona merece ser contada. Tu público, aunque no lo sepas, está ahí fuera esperando. El único proyecto que fracasa es el que nunca se empieza. Así que toma este ejemplo, inspírate en su coraje y empieza a construir así sea con tu celular. El mundo necesita más historias como la tuya.
Por: Ramón Arturo Herrera Rijo