Nosotros, los hijos del Padre Celestial, no podemos dejar de pedir y trabajar para que se establezca el Reino de Dios.

El centro de la oración de todo hombre de buena voluntad es pedir el Pan del Cielo. Acción esta presente a lo largo de toda la Sagrada Escritura.

Pedir perdón y perdonar es la condición para ser libres de todo mal, poder seguir adelante, transitar nuevos caminos y alcanzar el Cielo.

Con la oración del Padre Nuestro, antes de comulgar, le decimos al Señor: no te cambio ni a tu Iglesia, por nada. No hay nada en este mundo que se le compare a la entrega que provoca el servicio al Altar de Dios y a los que tanto carecen y necesitan, aquellos que no sabrán que les ayudamos ni tienen como devolvernos la ayuda.

Por eso, pronto la Iglesia agregó al Padre Nuestro la aclamación: Tuyo es el Reino, tuyo es el poder y la gloria por siempre Señor.