Nadie es dueño de Dios. Y a nadie se le pueden cerrar los caminos para volver a Él.
Estos son los imposibles que nunca se podrán superar. Son las señales de salvación que nunca pueden pasar desapercibidas por nuestra razón ni por nuestros sentidos.
El día de San Francisco de Asís, el Papa León XIV abogó por una Iglesia que no sirva al dinero, es decir, vivir la fe católica sin cadenas, sin encajonamiento en una cultura, en un estrato social o élite, o con una agrupación, movimiento o espiritualidad, sino que implica a toda la humanidad.
El llamado a la conversión es a la Iglesia toda, a cada uno de nosotros y con caridad abrir sus puertas y espacios a todos los pueblos.
IGLESIA, SIGNO DE CONVERSIÓN. Pidamos la gracia abandonar radicalmente prejuicios, romper con dependencias y nueva vez recomenzar, una de las tantas veces que nos tocará hacerlo en nuestro camino de vida.
Necesita la sociedad actores de paz, ejecutores de acciones solidarias y reconocer la muerte y resurrección de Cristo en el empleo de todas nuestras fuerzas para que todas las personas cultiven su dignidad de personas creadas a imagen del Padre, Hijo y Espíritu Santo.