La Iglesia es la viuda que tiene que mendigar de todas las formas posibles para poder asistir a sus hijos hambrientos, enfermos y desprotegidos a causa de los señores de este mundo.

Para la Iglesia, el Dios de nuestro Señor Jesucristo Eucaristía es su vida. A la Iglesia si le importan los hombres, cada uno de ellos, preferentemente los más desfavorecidos, la mayoría de los habitantes de cualquier sociedad de este mundo.

Oidos sordos hace la justicia a quien tiene urgencia de ella.

Ante la negativas, los rechazos y los desprecios, ¡qué lección y espaldarazo nos da la viuda de la parábola lucana!

No desistas. Sigue insistiendo, aunque sea darse golpes en la cabeza con una pared. La humildad de la fortaleza de esta viuda nos confirma que todo llega, al tiempo, a la manera y para la gloria de Dios.

Lo que fácil y de manera deshonesta llega, aún más rápido se irá y las manos vacíos y el alma agria e insatisfecha quedará al final.

Clamemos día y noche. Trabajemos con mayor esfuerzo y dedicación aún más. Cada día que amanece implica un recomenzar, y la mayoría de las veces en cero, sin nada y en tantos casos con todo perdido.

Nunca esperemos agradecimientos por el bien hecho. Si lo haces, vivirás desfraudado y con el corazón roto. Lo que no se da, es porque no conviene, aunque la ilusión fallida y el orgullo lastimado nos tire al suelo.

En lo que si tenemos que ser testarudos, no hacerle caso a nadie, sea quien sea, seguir insistiendo, trabajando y buscamdo, renunciar a todo placer y satisfacción, porque no existe algo más valioso que la fe en Jesús Eucaristía, el único que estará presente al final de nuestra existia.

Ese es el día en que vendrá el Hijo del Hombre de manera definitiva.