Le pido a Dios que me conceda la libertad, en lo relativo a todo bien material o herencia, decir en todo momento: ¡Quédense con todo! ¡Nada me interesa, porque nada me llevaré a la tumba ni al más allá!… Si me acompañará todo el bien que pude hacer a quien tiene hambre y necesidad.
Los litigios judiciales entre personas de la misma sangre, cuando se tornan en situaciones escandalosas y de enemistades, demuestran que la Evangelización no llegó a la vida de esas personas. Todo era una práctica superficial y a conveniencia de quienes se decían creyentes.
La gran cosecha, un granero inmenso para que haya pan en abundancia, no es para ser almacenado, y mucho menos por una sola persona para su disfrute personal y de su entorno.
La Divina Providencia es para ser compartida con quienes carecen de todo lo más básico y elemental.
Nuestra salud, como los bienes, y el tiempo y duración de nuestra vida son tan condicionados, frágiles y efímeros, como las hojas de las plantas.
¡Qué nadie se engañe!… Estamos de paso y para compartir todo con los poco aventajados.
Se acerca pronto el Adviento… Hay que despojarse de todo lo almacenado, que no es fundamental para nuestro existir y que otros bien pueden utilizar.