Todo lo que acontece en la vida de un ser humano en cuanto a pérdidas, dolor y luchas por el Reino de Dios tiene la finalidad de adquirir la mayor gloria de este mundo: ser POBRES EN EL ESPÍRITU.

La virtud más alta que pueda trabajar y alquilatar alguien es ser MISERICORDIOSO con quién le despreció y le hizo mucho daño, incluso a los suyos y a su memoria. En lugar de la venganza, presta auxilio al malvado cuando está en la desgracia final.

La JUSTICIA a los seres humanos se nos queda corta. Todos fallamos en la tarea de cumplir la leyes, de actuar noble y dignamente sin utilizar para nuestro beneficio ni desechar a las personas. Por ello, hemos de pedir perdón a Dios, disculparnos con los demás y buscar que nadie sea perjudicado, sentirse utilizado y maltratado con un desecho.

Justos, Santos, verdaderos, fieles y leales en esta vida lo han Sido solo nuestro Señor Jesucristo, la Virgen María y el Justo San José.

COMPASIVOS, PACÍFICOS, CONSTRUCTORES DE LA PAZ. Se nos pide serlo un mundo frío, en que las personas no útiles son reemplazables rápidamente y echadas al olvido. Una y otra vez hay que buscar nuestro lugar en este mundo y realizar la misión para la que estamos capacitados. Son muchos los que nos esperan y necesitan con una mano amiga.

Los grandes santos de la Fé Católica se declaraban públicamente, sin demagogia y con sinceridad grandes pecadores. Sus penitencias, lágrimas y limitaciones eran su pan diario.

Hacen falta profetas. De esos que son PERSEGUIDOS y aniquilados por denunciar lo mal hecho y anunciar la bondad de Dios.

¡Es mejor refugiarse en el Señor…!