La mayor deferencia en el tiempo de Jesús era invitar a comer. Muy pocos podían agasajar de esta manera por lo costoso del alimento, los preparativos laboriosos para un banquete de este tipo y el tiempo a dedicar. Era todo un acontecimiento, del cual todos tenían noticias. Un evento de interés público.

El principal fariseo lo dedica a Jesús. Y al celebrar junto al Hijo del hombre se encuentra con una nueva alianza. Los invitados de honor, de ahora en adelante, a la Santa Misa serán pobres, lisiados, cojos y ciegos, y nosotros seremos sus sirvientes. Mayor gloria que esta noche hay.

Y aquello que les decimos a ustedes los fieles: Dichosos los invitados a la Cena del Señor, será una realidad anticipada, desde ahora de lo que viviremos en el Cielo si hacemos vida este Evangelio.

Los pobres, impedidos y afligidos quieren sentarse a la Mesa Santa. Ellos, los que no pueden pagarla, darán testimonio de lo que hicimos por ellos en el Día Final del Juicio Divino.