Hijos de la luz… Llamados como una alarma que se dispara ante el peligro de fatalidades y muerte inminente.

Tanta gente que está sufriendo por las lluvias e inundaciones pasadas. Pidamos perdón por perder la calma, agobiarnos por no poder salir de nuestra vivienda con todas las comodidades y seguridades, por airarnos por perder la oportunidades esos días de ser serviciales y productivos.

Y mientras estuvimos imbuidos en nuestros temores y paranoias, millones de personas y atravesaban lo que para nosotros sería una pesadilla viviente.

Salgamos en ayuda de ellos, desinteresadamente y sin promoción. Solo compartamos lo vivido para que otros se involucren en buscar el perdón y el favor divino.

Ocurrió algo muy parecido a lo de la parábola propia de San Lucas de condonar las deudas ajenas para que se perdonen las propias.

Ocurrió con un trabajador, no muy capacitado ni de buen historial. Le ofrecen un trabajo, y se cancela por el pasó del huracán. Se molesta mucho el sirviente por la cancelación, y reclama de forma elegante y diplomática, pero contundente, pocas palabras y sin herir.

Le dan una compensación por el trabajo prometido que no pudo realizar. Y, ¿Qué hizo el sirviente con lo recibido?

Fué y lo donó en alimentos a personas que necesitan para comer, además de poner de lo suyo para aumentar la cantidad de alimentos donados.

Ese es un corazón cristiano, parecido en muy poca cosa al Puro y Santísimo Corazón de Jesús.

La Caridad destruye multitud de pecados y da sentido a una existencia que se ha distanciado y le acerca a Dios.