El lugar donde está sepultado el Papa Francisco, escogido por él. Casa dedicada a la Virgen en Roma a la que el Santo Padre Argentino acostumbraba a ir tras sus viajes apostólicos y llevar a la Madre una ofrenda de flores.
La Dedicación de una de las cuatro basílicas papales nos indica a anunciar que es la hora de resucitar a los matrimonios. Son tantos los hijos que están en un limbo. No se quieren casar llegado el momento de conformar su propia familia.
Les han llenado los sentidos los medios de comunicación de que el amor está pasado de moda y conciben únicamente la unidad del hombre y la mujer para el placer físico. En otros casos en que hay algún intento de compromiso aéreo entre las partes prefieren tener perritos como mascotas a tener hijos.
Un gran desafío tenemos como Iglesia para con las jóvenes generaciones que no tienen conciencia de que un día llegarán a la vejez. Nadie les ha enseñado a proyectarse al futuro y a pensar en qué es lo que vale la pena gastar los años de su vida que pasan tan rápido y de manera irreversible.
Confirmar un hogar, dar el Pan del Cielo a quienes les han dado la vida, a su descendencia que son el milagro
Y los hijos tienen la responsabilidad de cuidar de sus padres y mayores en la vejez. No abandonarlos. La soledad de los ancianos abandonados nos lleva a decir: ¿Dónde están sus hijos a los que les dieron todo y ahora sus padres están desamparadosy tristes?
Tantos matrimonios mueren en su afecto porque cada uno anda por su lado y han dejado de compartir intereses comunes.
Otro aspecto del auxilio que requieren los matrimonios es el perdón en cada etapa de los muchos años en que han caminado juntos. Estar el uno para el otro y ayudarse mutuamente es posible de retomar si uno de los dos ha estado ausente o indiferente cuando más se le necesitaba.
Noviembre es el mes de la familia. Es un tiempo propicio para anunciar la Buena Noticia del Matrimonio Cristiano y la Familia Católica de Comunión.
Nadie debe estar sólo, y a la vez, todos hemos de trabajar en restaurar los vínculos familiares de quienes transitamos en el sentido que lleva al Sagrado Hogar de Jesús, José y María.

