ALFONSO L. CONGOSTRINA

La operación, sin precedentes en España, duró cuatro horas y media y participaron en ella 17 médicos

Barcelona.- “Yo solo espero que esta vez los pulmones se hagan amigos de mi hija”. De esta forma tan naíf resumía Dolors, la madre de Mireia Sitjà, el sufrimiento de esta joven de 24 años. Sitjà se ha convertido en la primera española a la que se han practicado tres trasplantes pulmonares. Este viernes, la joven estaba pletórica en los pasillos del hospital barcelonés de la Vall d’Hebron donde, pese a las mascarillas, sus ojos sonreían a los sanitarios que han conseguido esta proeza médica sin precedentes en España. La joven a la que le fue detectada una fibrosis quística cuando solo tenía meses salió del hospital hace una semana después del tercer trasplante. Ha demostrado sus ansias por vivir, a bordo de una bicicleta estática instalada en uno de los pasillos del hospital. Esta es la historia de un nuevo avance médico y de la lucha por la supervivencia de una barcelonesa de 24 años adicta a la cultura japonesa y apasionada por el nuevo pop coreano. “Ahora me pongo a bailar y no me canso”, advierte Sitjà.

Dolors —no quiere revelar su apellido, ya que entiende que el protagonismo debe ser de su hija y del centro hospitalario— llevó al hospital a Mireia cuando solo tenía unos meses. “Tenía un constipado que no se curaba”, recuerda. Aquí comenzó un verdadero viacrucis médico con muchos momentos de desesperación. El diagnóstico no era bueno. Tenía fibrosis quística, una enfermedad crónica que afecta a las células que producen los mocos, el sudor y las enzimas digestivas. Las secreciones del organismo se vuelven espesas y en lugar de actuar como lubricante se transforman en peligrosos tapones afectando al pulmón y al páncreas. La enfermedad de Sitjà fue empeorando año a año y en 2016, cuando cumplió los 19, la única posibilidad de supervivencia de la joven era un trasplante bipulmonar. No salió bien. El cuerpo de la paciente rechazó los órganos y en 2019 volvió al quirófano donde la sometieron a un segundo trasplante de los dos pulmones. El cuerpo de Sitjà lo volvió a rechazar y el equipo del Vall d’Hebron sometió a valoración de varios profesionales la posibilidad de una tercera intervención. Días antes de la pasada Nochevieja la joven volvía al quirófano en una operación que duró cuatro horas y media y en la que participó un equipo de 17 médicos, entre los que se encontraban cirujanos torácicos, cirujanos cardiacos, anestesiólogos, enfermeros… El jefe del servicio de cirugía torácica y trasplante pulmonar del Vall d’Hebron, Alberto Jauregui, admite que hacer un segundo trasplante es “muy infrecuente” y un tercero es casi “inédito”. “Somos los primeros en hacerlo en España, en el mundo hay muy pocos casos y haberlo hecho en el Vall d’Hebron nos da la posibilidad de poder ofrecer este tipo de trasplantes a personas en la misma situación que la de Mireia. Desgraciadamente, no tenemos suficientes donantes. Si tuviésemos más donantes podríamos ofrecerlo”, asegura Jauregui. El doctor recuerda el dilema que debatió el comité de sanitarios en el caso de Mireia. “Es verdad que ofrecíamos una tercera oportunidad a una persona cuando hay pacientes en lista de espera que no han tenido posibilidad. Hay que valorar cada caso. Los pacientes no son números. Había posibilidades de que no fuera bien, pero en la balanza había más posibilidades de que sí funcionara y había que intentarlo porque, sino, no había otra posibilidad”, confiesa Jauregui. “No sabemos si esta vez funcionará o no. Esperemos que estos pulmones le duren toda la vida y si llega el momento en que no volveremos a debatir si es posible un cuarto trasplante”, admite.

La neumóloga de la unidad de trasplante pulmonar Cristina Berastegui acepta que la mitad de trasplantados desarrolla un rechazo crónico cinco años después de la intervención médica. “El pulmón es un órgano expuesto al exterior y eso lo hace muy peculiar. En el caso de Mireia, valoramos la posibilidad de un tercer trasplante con el objetivo de lograr su supervivencia. Es excepcional este tipo de intervenciones incluso a nivel internacional porque necesita una valoración a nivel ético, ya que los órganos disponibles hacen que en cada caso tengan que valorarse las posibilidades de supervivencia que hay con el objetivo de que viva lo máximo posible”, advierte Berastegui.

El Vall d’Hebron hace cerca de 80 trasplantes de pulmón al año y es el centro sanitario español que más trasplantes de este tipo realiza. Una vez finalizada la intervención, Sitjà estuvo unas semanas en el centro médico. La enfermera supervisora, Adela Amat, confiesa que todo su equipo se ha sentido “muy vinculado” a la joven.

“Siempre he vivido con la enfermedad. Ahora hace una semana que salí del hospital y veo que puedo hacer cosas que no podía. Antes, con cualquier tontería me ahogaba. No podía ni ponerme los calcetines”, ironiza, a pesar de todo, Sitjà. “Me adapto a lo que viene. Los trasplantes son complicados y cuando vienen los rechazos me tengo que adaptar a las circunstancias tal y como vienen. Lo importante es vivir el día a día”, asegura la mujer a los medios de comunicación. Detrás de los flashes y las cámaras, la observa su madre Dolors —que sigue sin querer protagonismo— y que lleva deseando años y años que esta vez los pulmones quieran “ser amigos” de su hija.

Fuente: elpais.com.do