Una niña recibe consuelo en el Centro Cívico SSGT Willie de Leon en Uvalde, Texas, el martesCredit...Getty Images

Expertos en salud mental aportan algunos principios básicos para abordar la conversación tras un tiroteo masivo.

Una realidad devastadora de criar niños en Estados Unidos en estos tiempos es que los padres deben prepararse para hablar con sus hijos sobre los tiroteos masivos.

Es una tarea dolorosa y los expertos afirman que hay algunas buenas prácticas generales para hacerlo, como evitar los detalles explícitos o hacer todo lo posible por escuchar activamente, en lugar de tratar de evitar que el niño sufra.

Pero lo que las familias discuten en específico, y el modo en que los padres responden a las dudas e inquietudes, depende mucho de la edad y la madurez de los chicos. Un niño de 5 años tendrá una comprensión muy distinta de un acto de violencia masiva en comparación con una chica de 15 años.

The New York Times consultó con varios expertos en salud mental sobre algunos principios básicos que los padres y los cuidadores pueden tener en cuenta al hablar con niños de todas las edades después de un tiroteo masivo.

Con niños tan pequeños, la mayor interrogante es si es necesario mencionarles la tragedia o no. Buena parte de la respuesta depende de si crees que podrían enterarse por alguien más, como un compañero de clase, un hermano mayor o por medio de las noticias.

También hay que tener en cuenta tus valores personales como padre.

“Algunos padres creen que incluso los niños muy pequeños deben saber lo que pasa en el mundo, lo cual tiene sus ventajas”, dijo Steven Meyers, profesor de psicología de la Universidad Roosevelt en Illinois. “Otros padres querrán proteger a sus hijos todo lo que puedan. Ese método también tiene sus ventajas”.

Si decides hablar sobre ese acontecimiento con tus hijos de preescolar o jardín de niños, tus principales metas son dos: dar información sencilla y asegurarles que los adultos cercanos están ahí para brindar apoyo y protección.

David Schonfeld, director del Centro Nacional de Crisis y Duelo Escolar y médico clínico que ha trabajado durante años con comunidades después de tiroteos masivos, sugiere que los padres digan algo así: quiero que sepas que en una escuela a unas horas de aquí, hubo una persona que le disparó a algunos niños y adultos y mucha gente está triste. Señalar dónde se encuentra la escuela puede ayudar a dar un contexto básico sobre cómo el tiroteo los afecta.

Ayuda a que los niños nombren sus emociones. Por ejemplo, dijo Meyers, una niña de cuatro años podría decir algo como: “Me siento mal”. Ayúdale a desmenuzar ese sentimiento. ¿Qué significa “mal”? ¿Enojada? ¿Asustada? Aprender a etiquetar los principales sentimientos es una habilidad emocional básica que se desarrolla con la edad y la práctica.

En el caso de los niños de este grupo de edad, hay que comenzar por preguntarles si saben algo sobre lo sucedido y, si es así, pedirles que digan lo que saben. Dependiendo del momento en que se hable con ellos, tal vez ya se hayan enterado sobre el tiroteo por un compañero de clase u otra fuente.

“Hay que escucharlos para saber qué saben”, recomienda Harold Koplewicz, presidente del Child Mind Institute en Nueva York. “Y luego hay que decirles los hechos con calma y solo para informarles de lo sucedido. No hay que compartir detalles innecesarios”.

Asegúrate de averiguar si tienen alguna pregunta. Si no tienen dudas, está bien. De hecho, dice Schonfeld: “La reacción más habitual es que no haya ninguna”. Solo asegúrale a tu hijo que estás disponible si acaso tiene alguna pregunta en algún otro momento.

Pero si los niños tienen preguntas, ten cuidado de no darles demasiados detalles.

“Si hacen preguntas rápidas, hay que bajar la velocidad. Porque suele pasar que los niños no quieren toda la información que piden, así que hay que dárselas a cuenta gotas”, dijo Koplewicz, y agregó que si no sabes la respuesta o quieres más tiempo para pensarla, hay que decirlo.

Ten en cuenta que los niños de todas las edades, pero tal vez en especial los que están en edad de ir a la primaria, tienden a centrarse en sí mismos. Así que podría suceder que lo primero que hagan es apresurarse a ver cómo se aplica la noticia a su vida.

“Sé tranquilizador y di: ‘Pensemos en lo que está pasando en tu escuela. ¿Cuáles son las medidas y precauciones de seguridad?’”, dijo Koplewicz. “Y el otro dato que tranquiliza es cuán poco frecuentes son estos sucesos. Son horribles pero aún son inusuales”.

Si tienes un púber en casa, puedes suponer que tu hijo ya escuchó la noticia o lo hará pronto, sin importar si lo mencionas o no. Así que, de nuevo, comienza con preguntas sobre lo que ya sabe y cómo se siente. Tu meta principal es estar abierto a lo que tu hijo diga, sin tratar de arreglar nada.

“La clave es escuchar su recuento de la situación, saber bien en qué momento interrumpirlos, centrarse en los sentimientos y luego proseguir a corregir las interpretaciones erróneas y tranquilizarlos”, comentó Meyers. “Pero el objetivo para todos los padres es, en esencia, ayudar a ventilar las emociones mediante la escucha sensible”.

Hay que considerar que es posible que se manifieste toda la confusión emocional de la adolescencia y que sea necesario asegurarle al chico o chica que los sentimientos están para sentirlos.

“Están tentando el terreno en mucho sentidos. Y se preguntan cosas como: ‘¿Llorar te hace un bebé?’ o ‘¿Llorar es una reacción normal cuando el mundo da miedo y se pone difícil?’”, dijo Jessi Gold, profesora asistente del departamento de psiquiatría de la Facultad de Medicina de la Universidad de Washington en St. Louis, Misuri.

Así que tal vez tu preadolescente quiera que le brindes apoyo emocional, pero también se sienta conflictuado por ello. Tranquilízalo diciéndole que está bien necesitar a los demás en momentos difíciles y que eso no significa sacrificar su incipiente independencia, dice Gold.

De nuevo, aplica el mismo consejo básico: comienza con preguntas y céntrate en la escucha activa. Pero con los hijos mayores, se puede ser más directo sobre las propias emociones y la respuesta a las noticias, explica Koplewicz.

“Podemos estar enfadados, muy indignados, alterados. Incluso podemos llorar”, dijo. “No hay nada de malo en mostrarle a tu hijo cómo te sientes”. Pero hay que trabajar en formas positivas de afrontar esas emociones, añadió.

Mientras que algunos adolescentes agradecerán la oportunidad de hablar de sus sentimientos y de los tuyos, otros quizá no quieran hablar de eso para nada. El objetivo es ser respetuoso y no “responder a la evasión con evasión”, dijo Gold.

Si rehúyen la conversación, hazles saber que estarás disponible cuando quieran hablar, dijo Gold. Ella recomienda preguntar de manera directa a tu adolescente en qué momento y manera prefiere que te acerques. ¿Estaría bien mañana? ¿Cómo puedes preguntarle sin ser invasivo o molesto?

“Deja que se hagan cargo de sus propios sentimientos y de su manera de procesarlos”, dijo Gold.

Para los adolescentes en particular, tomar acciones puede ser un antídoto útil para contrarrestar los sentimientos de impotencia. Hablen sobre las opciones que hay para hacer voluntariado, escribir cartas a funcionarios públicos, donar dinero o simplemente aprender más sobre una problemática o tema en particular, algo que en sí mismo puede ser una forma de actuar. Incluso los niños de primaria y los púberes pueden participar. Gold dice que participar en labores de apoyo, activismo o defensa es un mecanismo de afrontamiento que denota madurez.

Todos los expertos entrevistados para este reportaje destacaron que es importante que los padres se apoyen en lo que saben de sus propios hijos: ¿cómo suelen procesar las emociones difíciles? ¿Cuánto acceso tienen a las pantallas y a las redes sociales? ¿Cuál es su percepción de su bienestar emocional de base?

Es posible que los niños con ansiedad subyacente o un historial de traumas tengan más dificultades para hacer frente a la situación, así que “observa a tu hijo”, dice Meyers. Busca señales como problemas de sueño, cambios de comportamiento (como retraerse o querer estar contigo todo el tiempo) o molestias físicas. Schonfeld también señaló que los niños a veces están dispuestos a hablar de una pérdida aparentemente no relacionada después de un evento como un tiroteo masivo, como la muerte de un ser querido.

Hay muchos recursos disponibles para los padres y las familias. La Academia Estadounidense de Pediatría y el Centro Nacional de Crisis y Duelo Escolar ofrecen orientación para ayudar a los niños tras un tiroteo. El Child Mind Institute tiene en español un verificador de síntomas no diagnóstico que puede ser útil para los padres a los que les preocupa que su hijo tenga problemas para procesar este acontecimiento.

Y asegúrate de darte tiempo y espacio para procesar tus propias emociones.

“No querrás que tu ansiedad se convierta en la ansiedad de tu hijo”, dijo Koplewicz.

Fuente: nytimes.com