Unos columpios sin niños. / EPE
  • España registra cada año más de 15.000 notificaciones por sospecha de maltrato infantil, según datos de 2020.

  • Depresión, ansiedad o el doble de riesgo de intentos de suicidio son algunas de las consecuencias de los abusos en los menores en la edad adulta, subraya la Asociación Nacional de Psicólogos Clínicos y Residentes (ANPIR).

  • «Hay que visibilizarlo porque sigue siendo un tema tabú de incalculables consecuencias», dice la psicóloga Gloria Bellido a EL PERIÓDICO DE ESPAÑA.

Depresión, ansiedad, trastornos graves de la personalidad o el doble de riesgo de intentos de suicidio son algunas de las consecuencias del maltrato -físico, psicológico, abusos sexuales, negligencia…- infantil en la edad adulta. Un maltrato silenciado, que sigue siendo un tabú y tiene incalculables consecuencias en los niños porque, también, les deja cicatrices incurables cuando se hacen adultos. De hecho, el 35% de los trastornos mentales que se diagnostican en la edad adulta tienen que ver con experiencias de este tipo en la infancia. España registra anualmente más de 15.000 notificaciones por sospecha de maltrato infantil.

En 2020, último año del que se tienen datos, el Registro Unificado de casos de sospecha de Maltrato Infantil (RUMI) acumuló 15.688 notificaciones, frente a las 15.365 que se registraron en 2019. Son datos que pone sobre la mesa la Asociación Nacional de Psicólogos Clínicos y Residentes (ANPIR), con motivo del Día Internacional de la Lucha contra el Maltrato Infantil, que se celebra el próximo 25 de abril.

Los niños maltratados tienen más del doble de probabilidades de desarrollar trastornos mentales graves como psicosis, esquizofrenia y trastorno bipolar.

Un abuso que acarrea un impacto devastador en la edad adulta, subraya la sociedad y que, además, está poco visibilizado. Según señala a EL PERIÓDICO DE ESPAÑA Gloria Bellido, coordinadora de la sección de Psicología clínica de la Infancia y Adolescencia de ANPIR, el maltrato infantil sigue siendo «un tema tabú, del que no se habla, que se piensa que es residual y no es así para nada. Está mucho más extendido de lo que pensamos. Y cuando hablamos de maltrato infantil hablamos de maltrato físico, psicológico, abusos sexuales o negligencia».

«Es un tema que debe conocerse por las consecuencias tan devastadoras que tiene en la salud mental de las persona», indica la psicóloga Gloria Bellido.

Bellido indica que es un tema que debe conocerse por «las consecuencias tan devastadoras que tiene cualquier tipo de maltrato en la salud mental de las personas«. Por eso, su asociación pide «mayor conciencia sobre este problema y que todos los profesionales que estén en contacto con la infancia tengan formación, sepan como detectarlo, cómo hablar con los niños y qué tienen que hacer». Además, desde ANPIR reclaman la especialidad de Psicología clínica infanto-juvenil para que estos profesionales también tengan mayor formación a la hora de descubrir el maltrato y abordar sus consecuencias.

RIESGO DE INTENTOS DE SUICIDIO

Los traumas durante la infancia están relacionados con una mayor probabilidad de sufrir trastornos de salud mental. Un estudio de la Universidad de Birmingham publicado en 2019 ya demostró que los niños que han vivido una situación de maltrato tienen más del doble de probabilidades de desarrollar trastornos mentales graves comopsicosis, esquizofrenia y trastorno bipolar.

Los malos tratos contribuyen a un incremento de la morbilidad en la etapa adulta ya que también se relacionan con obesidad, tabaquismo o comportamientos sexuales de alto riesgo.

ANPIR saca a la luz datos escalofriantes: se estima que el 35% de los trastornos mentales que se diagnostican en la edad adulta tienen que ver con experiencias de maltrato en la infancia. Y alerta: los efectos negativos de los malos tratos contribuyen a un incremento de la mortalidad y morbilidad en la etapa adulta, pues también se relacionan con otros problemas de salud como cardiopatías, obesidad, tabaquismo, comportamientos sexuales de alto riesgo o consumo de sustancias nocivas.

PREVENCIÓN Y DETECCIÓN TEMPRANA

Para la asociación, la prevención y la detección temprana son las mejores armas con las que combatir esta lacra, aunque no se trata de una tarea sencilla. «Muchas veces los niños no son conscientes de que están viviendo una situación de maltrato. Y si lo son, no saben a quién dirigirse o dónde pedir ayuda; piensan que no les van a creer o no quieren poner en aprietos a sus padres», explica Gloria Bellido.

Imagen de archivo de un grupo de madres con sus bebés. /JOAN PUIG.

Por este motivo, el papel que juegan los adultos que están en contacto con ese menor es fundamental, señala. Para Bellido «han de ser ellos, familiares, profesores o personal médico, los que detecten señales de que se está produciendo maltrato, que a veces son inespecíficas: cambios de comportamiento, problemas de conducta, alteraciones emocionales…». Ante un trastorno emocional importante, continúa, conviene indagar el contexto del niño «para poder proteger adecuadamente».

ESTRÉS POSTRAUMÁTICO

Aunque no todas las víctimas de maltrato requieren de tratamiento, desde ANPIR recuerdan que el maltrato psicológico es una forma de trauma. Para tratarlo y paliar sus consecuencias, como puede ser el estrés postraumático, existen terapias especializadas. Recuerdan que, cuando el propio niño confirme o cuente lo que le está ocurriendo, las premisas son claras: creerle siempre, no restar importancia a lo que está diciendo y no mirar para otro lado.

En 2020, el mayor número de notificaciones de maltrato (39,2%) procedió del ámbito de los servicios sociales.

En este sentido, la ley de protección a la infancia -que entró en vigor en junio de 2021- establece que todos los ciudadanos tienen la obligación de comunicar cualquier sospecha de maltrato, apunta la asociación. En 2020, el mayor número de notificaciones (39,2%) procedió del ámbito de los servicios sociales; el 12% del ámbito educativo; el 9,3% de las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado; y el 9% del ámbito sanitario.

EL EFECTO DEL CONFINAMIENTO

Además, la literatura científica asegura que las víctimas de maltrato infantil podrían tener el doble de riesgo de intentos de suicidio. Algo que preocupa extremadamente a los pediatras españoles quienes no dejan de advertir del incremento de casos de síntomas depresivos, autolesiones y conductas suicidas en niños y adolescentes y la creciente inquietud de familias y profesores ante esta situación.

Así lo expresaba recientemente la Asociación Española de Pediatría (AEP) con datos escalofriantes que hablan del progresivo deterioro de la salud mental de niños y adolescentes desde que estalló la pandemia. Antes de la crisis se estimaba que el 30% de los menores habían presentado ideación suicida en algún momento, el 10% lo habían intentado y un 2% necesitó atención médica. Ahora, todos los indicadores se han disparado: con respecto a los dos años previos, el porcentaje de menores que se autolesionan ha aumentado un 180%.

Tras la pandemia, los pediatras han incidido en diversas ocasiones la sociedad científica, se ha visto como todos los indicadores se han disparado. La Fundación ANAR ha atendido en estos dos años un 145% más de llamadas de menores con ideas o intentos de suicidio, y un 180% más de autolesiones con respecto a los dos años previos.

PARENTALIDAD POSITIVA

Entre las causas que llevan a que se produzcan situaciones de maltrato, la psicóloga Gloria Bellido apunta a las dificultades a la hora de ejercer «una parentalidad positiva o la reproducción de experiencias que los padres han sufrido durante su propia crianza». Además, la asociación coincide con los pediatras en que la salud mental de nuestros pequeños ha empeorado tras la pandemia: las situaciones de violencia intrafamiliar han aumentado. De hecho, el 33,1% de los adolescentes de entre 14 y 17 años declaró haber sido víctima de algún tipo de violencia desde el inicio del confinamiento, según una encuesta realizada por Save the Children.

Bellido es partidaria de programas de prevención basados en psicología perinatal para ayudar a los padres a establecer un vínculo saludable con sus bebés.

«Hay que visibilizarlo porque es un tema del que se habla muy poco. La sociedad no está concienciada. Se tiene la creencia de que es algo residual o que solo ocurre entre las clases sociales más desfavorecidas, pero no es así», insiste Bellido, quien es partidaria de los programas de prevención basados en la psicología perinatal para ayudar a los padres a establecer un vínculo saludable con sus bebés.

LOS RIESGOS DEL MODELO BIOMÉDICO

Por otra parte, Bellido habla de los riesgos del modelo biomédico en situaciones de maltrato. «Muchas veces se considera que los problemas de los menores tienen que ver con cuestiones genéticas o biológicas, sin considerar los acontecimientos estresantes que pueden estar viviendo», lamenta. Por ello, desde ANPIR revindican una salud mental que tenga más en cuenta los condicionantes sociales que requieren de tratamiento psicológico, así como mejoras para acceder a dicho tratamiento.

Además, y como viene subrayando desde hace ya tiempo, la asociación advierte de que para garantizar la disponibilidad a largo plazo de psicólogos clínicos en el Sistema Nacional de Saludes necesario incrementar con urgencia el número de plazas de psicólogo interno residente (PIR) hasta un mínimo de 422 anuales. Con datos de esta misma asociación: España necesita el doble de psicólogos en la sanidad pública para poder atender a toda la población. Actualmente, hay en torno a 3.000 y las listas de espera son interminables.

Fuente: https://www.epe.es