Las cesáreas innecesarias son la forma de violencia más frecuente. (SHUTTERSTOCK)

Laura Ortiz Güichardo

Pese a que ahora hay más acceso a la información que antes, el porcentaje actual de mujeres que son víctimas de este abuso es alarmante. Las cifras oscilan entre 18.3 % y 75.1 % en el ámbito mundial

Abuso verbal, partos inducidos, cesáreas injustificadas y retención en los centros de salud de parturientas y recién nacidos debido a la imposibilidad para pagar son algunos de los maltratos más comunes a los que se enfrentan las mujeres durante la atención obstétrica. Lo que se supone debería ser una bonita experiencia, de traer una vida al mundo, termina convirtiéndose en pesadilla para muchas, por causa de abusos cometidos por profesionales del área.

A esto se le conoce como violencia obstétrica, una forma de violencia ejercida por médicos y personal de enfermería hacia las embarazadas, mujeres en labor de parto y el puerperio, define la ginecóloga y obstetra Yeremy Luna. “Constituye una violación a los derechos reproductivos y sexuales de las mujeres”, advierte.

Se trata de un mal ejercicio que ocurría muy a menudo antes, cuando la mujer sentía que no tenía derecho a exigir un buen trato. Y, aunque ahora hay más acceso a la información, el porcentaje actual de víctimas sigue siendo alarmante. Las cifras oscilan, según los estudios, entre 18.3 % y 75.1 % en todo el mundo.

Con el maltrato durante la atención obstétrica ocurre igual que con el acoso callejero o el uso de frases machistas: se ha normalizado en la sociedad. Al menos así lo concibe César López, presidente de la Sociedad Dominicana de Obstetricia y Ginecología, quien dice que, en el caso de la obstétrica, influye que tanto los profesionales del área como las pacientes no sean conscientes de que ciertas actitudes y acciones entran en el renglón de violencia.

“Es parte de la cultura entender algo habitual como rutina, aunque sean acciones que deban mejorarse. A la mujer es a quien le corresponde elegir junto a su médico la vía de nacer, lugar dónde nacerá su hijo, familiar que le acompañará en el parto y hasta la posición a adoptar durante la labor de parto”, cita.

Si bien hoy en día las malas experiencias a nivel obstétrico se dan tanto en hospitales como en clínicas, el especialista dice que los casos son más frecuentes en los centros de atención pública, por lo que las féminas de bajos recursos son las más vulnerables. “Lamentablemente, las personas de poca solvencia económica son las que más la sufren en todo el mundo. Hay un tema de respeto, educación y derechos de por medio, y tanto el personal de salud como las usuarias debemos entender que ese régimen debe ser igualitario y sin privilegios”, recalca.

La epidemia de las cesáreas

Las cesáreas injustificadas e innecesarias son la forma de maltrato más frecuente hacia mujeres gestantes en el país. De hecho, según la sección dominicana del Colegio Americano de Ginecólogos Obstetras, de los más de 59 mil partos registrados en territorio local durante el 2019, cerca de 34 mil fueron por cesárea, lo que representa el 58 % de los nacimientos. De esas, más del 40 % fueron innecesarias. Estas cifras sitúan a República Dominicana como la nación con mayor tasa de partos por cesáreas en el mundo, seguida por Brasil, en segundo lugar, y Egipto, en tercero.

El alto porcentaje de desembarazos por esta vía es atribuible a diferentes razones, pero entre las más evidentes figura el hecho de que ahorran tiempo y que generan más ganancias al médico. Según López, la diferencia entre la remuneración económica por parte de las aseguradoras que recibe un especialista por una cesárea y por un parto vaginal es mínima, y hay que tomar en cuenta que el primero puede durar hasta 12 horas, mientras el segundo conlleva de 45 minutos a una hora. “Al sistema de seguridad debemos hacerle entender que el pago al personal de salud debería estar en consonancia con las horas dedicadas a él”, refiere.

Aunque está consciente de que esto representa un reto para reducir los casos de cesáreas injustificadas en el país, dice que desde la entidad que preside están haciendo los esfuerzos necesarios para que el panorama cambie. “El tema lo estamos manejando creando conciencia y capacitando a nuestros asociaciados, pero la capacitación y la creación de conciencia debe ser a todos los niveles”, enfatiza.

A los médicos obstetras, expresa, les exigen plantear el parto natural como la mejor opción, y a las pacientes les sugieren informarse sobre los beneficios que supone la cita vaginal y ser conscientes de que merecen ser bien asistidas.

En eso concuerda la ginecóloga Luna, que es enfática al decir que en República Dominicana hace falta educar a futuras madres sobre cuáles son sus derechos y los abusos que no deberían tolerar por parte de su médico de atención obstétrica, a fin de disminuir los casos de violencia obstétrica. “El parto debe ser una experiencia hermosa para la madre y satisfactoria para el médico, de saber que hizo las cosas bien y marcó un buen recuerdo”, concluye.

Las secuelas

Infertilidad, problemas en futuros embarazos, daños en el suelo pélvico y dolores o incomodidad durante las relaciones sexuales son algunas de las secuelas en la salud sexual y reproductiva de la mujer que deja una mala experiencia de atención obstétrica. Sin embargo, también hay implicaciones psicológicas, que son las más comunes y, en ocasiones, las más severas.

Específicamente, un informe de la agrupación feminista argentina Las Casildas, que data del 2019, reveló que el 60 % de mujeres víctimas de violencia obstétrica consultadas refirió haber quedado con consecuencias físicas, mientras que el 76 % presentó efectos psicológicos y emocionales, entre los que citaron pesadillas con el evento obstétrico, problemas para dormir y vergüenza o culpa.

Tal y como explica la psicóloga clínica y de la salud Karem González, dado que la violencia obstétrica no se limita solo a la agresión física, sino que también incluye una serie de comportamientos y omisiones que ponen en juego la integridad física y emocional de la madre, se relaciona con importantes alteraciones a nivel psicológico.

En el ámbito local, dice, más de la mitad de las mujeres reporta algún grado de agresión por parte de médicos, residentes o enfermeras. “Incidentes como ridiculización por llorar o emocionarse, amenazas, violación a su privacidad, negación de derechos fundamentales, cometarios hostiles y despectivos, descuido y negligencia en procedimientos, que quedarán incrustados en el inconsciente de la madre, influyendo en la relación materno filial, la autoestima de la madre y su autoconcepto”, asegura la miembro activo de la Asociación Dominicana de Psicología Perinatal.

A diferencia de los daños físicos, las secuelas psicológicas muchas veces no son apreciables a simple vista, lo que dificulta identificarlas y tratarlas a tiempo. Pueden llegar a ser irreversibles, por lo que representan una amenaza mayor. En casos graves, puede desarrollarse el trastorno por estrés postraumático y trastornos de ansiedad con ataques de pánico, como consecuencia de un parto, post-parto o lactancia traumáticos.

González concluye diciendo que la violencia obstétrica no solo afecta a la mujer embarazada; también al bebé y al entorno familiar. “Las secuelas derivadas de este abuso pueden impactar a la familia y al cónyuge al experimentar impotencia o ser testigos de un episodio violento, amenazador o despectivo, tanto a la madre como a su hijo”.

4,939 encuestas, desde septiembre de 2015 hasta agosto de 2016.

  • A 3 de cada 10 mujeres no se les garantizó su derecho de estar acompañadas durante el trabajo de parto.
  • 4 de cada 10 no estuvieron acompañadas durante el parto/cesárea.
  • 4 de cada 10 mujeres no pudieron moverse libremente durante el trabajo de parto.
  • 7 de cada 10 no tuvieron libertad de movimiento durante el parto.
  • 6 de cada 10 mujeres tuvo monitoreo fetal continuo.
  • A 7 de cada 10 les pusieron una vía (conectada a un suero, no intermitente).
  • 6.4 de cada 10 no pudieron beber o comer durante el trabajo de parto.
  • A 7 de cada 10 mujeres les rompieron artificialmente la bolsa. A 6.4 de cada 10 mujeres les fue suministrada oxitocina para conducir y/o acelerar el trabajo de parto.
  • A 3.3 de cada 10 mujeres les realizaron la maniobra Kristeller en su parto.
  • A 6 de cada 10 mujeres se les practicó la episiotomía y, de estas, 8.5 de cada 10 eran primerizas.
  • 4.7 de cada 10 nacimientos fueron por cesárea y, de estas, 4 de cada 10 fueron programadas. A su vez, 8,8 de cada 10 cesáreas fueron realizadas a primerizas; 6,6 de cada 10 recién nacidos tuvieron contacto inmediato con su madre, pero en 6.3 de cada 10 casos ese contacto solo duró un momento.

Fuente: diariolibre.com.do