Por: Francisco García Bazán

En los primeros tiempos cristianos, María, madre de Jesús, es exaltada por su aceptación de la concepción del Verbo como su hijo Jesús, asumiendo la encarnación, pero se silencia la función del tercer miembro de la sagrada familia, José, esposo de María y padre putativo de Jesús. Es modelo del hombre de fe y figura necesaria del enigma y expansión de la existencia hogareña del Mesías.

Los testimonios canónicos y extracanónicos sobre el personaje son concisos, pero existen. El Evangelio de Mateo nombra a José al concluir la genealogía de Jesús y resalta su prosapia davídica. Tres ideas se adjudican a José: María, comprometida con él, queda encinta del Espíritu Santo antes de la convivencia. José admite el hecho consumado y, respetuoso de la dignidad de María, está resuelto a repudiarla en secreto. El Ángel del Señor se anticipa con el anuncio del misterio de la concepción de Jesús.

El Evangelio de Lucas extiende la escena, amplía datos del linaje de José justificando el viaje a Belén por el decreto imperial de empadronamiento, aunque silencia las suspicacias sobre el embarazo y la estadía de la familia en Egipto. Empero Lucas agrega referencias que atañen a José: la vida oculta de Jesús en Nazaret hasta los doce años, el extravío del muchacho en Jerusalén, el reencuentro en diálogo con los maestros de la Ley y la posterior residencia en Nazaret con los padres. En el lapso entre los doce años de Jesús y su vida pública ha fallecido José. No hay nuevas referencias a él, aunque según la Historia de José el carpintero (s. IV), murió cuando Jesús tenía veintiún años. Hay que esperar al siglo II para que Justino de Roma, en su Diálogo con Trifón, retome el relato de Mateo sobre el nacimiento en Belén, la sospecha de José y otros datos evangélicos, y esto es así porque desde fines del primer siglo los censura la tradición rabínica.

La corriente mateana es reiterada tres décadas después por Ireneo de Lión frente al adopcionismo judeocristiano y gnóstico. Orígenes, en el Contra Celso, refuta al filósofo platónico influido por las fuentes rabínicas, Eusebio de Cesarea con el palestinense Hegesipo marca que Cleofás es el hermano de José, y Epifanio de Chipre aclara que el padre de ambos fue Panter.

La descripción eclesiástica, sin embargo, rechaza el carácter de progenitor de José y apologiza sobre él, sin detenerse en su biografía. Escritos no canónicos, en cambio -católicos o gnósticos-, valoran humanamente a José, como otros más exuberantes a María. Las Narraciones sobre la infancia del Señor por Tomás filósofo israelita (s. II) vecinas al arcaico Evangelio de Tomás, mencionan a Jesús de los dos a los doce años. José testigo de los poderes del infante, lo trata de corregir, falla en su intento, y hasta es reprendido: «Tú ya tienes bastante con buscar sin encontrar… No me aflijas». En el texto, Zaqueo aparece como preceptor recordando la escena de «Jesús entre los sabios», ampliada en el Evangelio de la Verdad de Nag Hammadi. Pero es la Historia de José el carpintero, la que anoticia sobre la viudez, edad avanzada y elección del cónyuge por su virtud. Es sugestivo que estas noticias se recogen en el Protoevangelio de Santiago, promotor de la virginidad plena de María. La Ascensión de Isaías, de fines del siglo I, no obstante, acentúa la virginidad «antes del parto». Indicio valioso, pues distingue las posturas arcaicas sobre el tema: la adopcionista y la docético-gnóstica de la protocatólica que respalda la virginidad de María en la Anunciación y la castidad de José.

Profesor de posgrado de la Universidad del Salvador e Investigador Superior ad honorem del Conicet. Uno de los traductores del copto al español de la biblioteca gnóstica de Nag Hammadi