Por Miguel Collado*

Desde hace tres años venimos denunciando la crisis institucional por la que atraviesa la entidad que debería ser defensora de los intereses de todo el sector vinculado al libro: la Cámara Dominicana del Libro, Inc., gremio de los editores, distribuidores de libros, libreros y autores fundado en la ciudad de Santo Domingo en 1969 y cuyos objetivos están establecidos en el Artículo 4 de sus Estatutos. Veamos:

La Cámara Dominicana del Libro tiene por objeto:

  1. a) el asesoramiento y desarrollo de las relaciones entre las personas y entidades que se dediquen a la creación, producción, distribución y comercio del libro nacional o importado, en el territorio nacional en el extranjero;
  2. b) la defensa de los derechos e intereses respectivos como tales; el intercambio de descuentos, la información y facilidades comerciales entre sus miembros;
  3. c) EL RESPETO Y SALVAGUARDA DE LOS PRINCIPIOS DE LA ÉTICA PROFESIONAL EN LA PRODUCCIÓN Y COMERCIO DE LIBROS, así como en todas las actividades a que se dediquen sus miembros;
  4. d) FACILITAR LA DIFUSIÓN DEL LIBRO EN TODOS LOS SECTORES DEL PUEBLO DOMINICANO Y EN EL EXTERIOR;*
  5. e) brindar una cooperación a las instituciones educacionales;
  6. f) ASEGURAR LA JUSTA DISTRIBUCIÓN DE LOS DERECHOS DE CREACIÓN Y PROPIEDAD INTELECTUAL ESTABLECIDOS POR LA LEY, USOS Y COSTUMBRES.*

Anualmente, y de acuerdo a lo consignado en el Artículo 8 de esos Estatutos, en la primera quincena del mes de diciembre, se celebrará una asamblea general ordinaria de todos sus miembros activos, previa convocatoria del presidente del Consejo Directivo, con una semana de antelación, ya sea por carta o telegrama enviado directamente a los miembros o por medio de uno o más periódicos de circulación nacional.

¿Ha hecho eso el actual presidente, el librero Dennis Peña? ¡No! Y es que cada año debe ser elegido un nuevo Consejo Directivo (aunque consideramos que debería ser cada dos años) y al actual presidente se le ha olvidado que eso está establecido en los Estatutos de la Cámara.

Pero ocurre que debido a la falta de institucionalidad que ha caracterizado siempre a la Cámara Dominicana del Libro ―su debilidad institucional es histórica― el señor Dennis Peña lleva ya siete (7) años al frente de la misma e insiste en continuar como si estuviera afectado por el mismo virus continuista exhibido tradicional e históricamente por los políticos dominicanos.

Ese señor ―que escandalizó al mundo cultural dominicano publicando un libro pornográfico de su autoría en la Feria Internacional del Libro de Santo Domingo en 2010― ha violado olímpicamente la base legal de la Cámara Dominicana del Libro.

Lanzamos la voz de alerta para que los autores dominicanos ―los que residen en la Isla y los que residen fuera de ella― fijen su mirada en lo que debió ser, desde hace 48 años, un instrumento idóneo para defender los derechos de los escritores dominicanos, siempre dispersos y en estado de orfandad editorial.

¡HAY QUE RESCATAR LA CAMARA DOMINICANA DEL LIBRO, que pertenece a los libreros, a los editores y a los autores dominicanos, no exclusivamente al librero Dennis Peña!