Por Miguel Collado.-

Lo vio inclinarse para recoger un palito de fósforo que se le había caído y le dijo:

—Padre, ¿por qué haces eso? Ahí hay un montón de cajas de fósforo en la despensa. Ese es un insignificante palito de fósforo.

El padre, irguiéndose y con el palito de fósforo levantado a la altura de su rostro, le dije a su hijo adolescente:

—Hijo, lo hago porque algún día quizá sea este palito de fósforo el que salve nuestras vidas cuando ya no exista ese montón de cajas guardadas en la despensa. Lo que consideras insignificante hoy tal vez mañana sea lo que mayor significado pueda tener en tu vida.

El hijo, comprendiendo la lección de su padre, le dijo:

—Es cierto, padre. Gracias. Dame acá ese fósforo para encender la lámpara e iluminar la casa.