SANTO DOMINGO – Falleció Pedro González en la mañana de este domingo en San Pedro de Macorís el ex-pelotero Pedro González, quien fuera apodado El Gran Capitán Azul en sus mejores años con los Tigres del Licey de los años 60.

González falleció a los 83 años de edad, debido a problemas de diabetes que conllevaron a a amputarle una pierna. La noticia de su deceso fue ofrecida a Listín Diario por Dionisio Guzmán, presidente del Pabellón de la Fama del Deporte Dominicano. Fue confirmada, además, por su hija Patricia, a través del periodista Alberto Medina, de San Pedro.

Patricia informó que para este domingo esperan la llegada de  3 hermanos que residen en Estados Unidos. El funeral tendría lugar este lunes.

Pedro había sido exaltado como inmortal en el ceremonial de 1982.

Nacido el 12 de diciembre de 1937 en San Pedro de Macorís, jugó para el equipo amateur de la Aviación Dominicana y firmado por los Yankees de Nueva York en 1958, el primero contratado por esa prestigiosa organización entre los dominicanos.

Debutaría con ellos el 11 de abril de 1963 y jugó allí por espacio de tres temporadas. En 1965 fue transferido a los Indios de Cleveland, mostrándose con este club hasta 1967.

En total, en su paso por las mayores agotó 1084 turnos, pegó 264 hits, promedio de .244 con 8 jonrones y 70 remolcadas. Participó en la serie mundial de 1964 ante los Cardenales de San Luis, que resultó en una derrota para los Yankees. Agotó un turno y falló.

En su país, perteneció a los azules del Licey entre 1957-69 siendo parte del equipo campeón de 1963-64. Jugó para las Estrellas Orientales en dos períodos, 1970-71 y 1972. En 1972 fue parte de los Leones del Escogido en media campaña.

Su promedio de por vida en la LIDOM fue de .272, en 2,519 turnos, con 644 hits, 86 dobles, 27 triples, 22 jonrones, 213 carreras remolcadas y 73 bases robadas.

Fue “El Capitán” del Licey durante su estadía allí, y gozó del aprecio de su fanaticada. En la pelota local, compartió los honores de mejor segunda base con otro inmortal, Julián Javier.

Fuente: Héctor J. Cruz