Con la inversión en eficiencia energética, la retribución es uno 1 a 10 por cada dólar invertido en América Latina. | Fuente externa.
Por Joan Sebastian Vallejo

En República Dominicana ya se invirtieron más de US$75 millones para lograr reducción del consumo eléctrico de alumbrados públicos.

República Dominicana vive, hoy por hoy, una revolución en términos de generación de energía. De hecho, la Ley 57-07 sobre Incentivo al Desarrollo de Fuentes Renovables de Energía establece objetivos específicos para que el sector eléctrico incremente su cuota de renovables a un 25% en la matriz total para 2025 y un 30% al 2030. Eso no solo representaría una reducción en la dependencia de los combustibles fósiles, sino también un respiro para el medio ambiente. En otras palabras, que el país siga funcionando de manera más limpia y responsable.

Pero, ¿Qué pasaría si en vez de aumentar la producción de energía en base a fuentes renovables, se buscara reducir el consumo sin que eso signifique una disminución de la operatividad a nivel nacional? Para el consultor energético y superintendente de electricidad en el periodo 2020-2022, Rafael Velazco, “el kilovatio más barato es el kilovatio hora no generado”. En ese sentido, la eficiencia energética podría ser la clave.

Incluso, el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) reconoce su importancia para América Latina y el Caribe. Su potencial de ahorro se estima en al menos un 20% de su consumo eléctrico solo considerando el reemplazo de equipos de iluminación, refrigeración y aire acondicionado, al igual que motores y compresores de baja eficiencia por equipos de alta eficiencia, explica a elDinero el especialista de energía de ese organismo internacional, Héctor Baldivieso.

“La eficiencia energética es una de las estrategias más costo-efectivas para la mitigación del cambio climático. Entre sus beneficios destacan los económicos para las familias y las finanzas pública, así como una mayor asequibilidad a los servicios eléctricos, y contribuye a mejorar la seguridad energética”, expresó.

Datos como estos toman relevancia cuando expertos consultados de distintos sectores confirman que en República Dominicana se desperdicia electricidad que cuesta dinero tanto a la sociedad como al Estado, e impacta el medio ambiente. “Sí, se desperdicia energía”, dijo en conversación con este medio el director ejecutivo de la Comisión Nacional de Energía (CNE), Edward Veras, a lo que Velazco agregó “sin duda”.

Entre 2017 y 2021, las empresas distribuidoras de electricidad (EDE) reportaron, en promedio, un 30.4% en pérdidas de la cantidad de energía con la que contaban para suministro del servicio eléctrico. Edeeste, con un 42.6% en pérdidas porcentuales, superó a Edenorte, que registró un 30.4%, y a Edesur, con 22.9%.

En pocas palabras ¿qué es la eficiencia energética?

La eficiencia energética, desde el punto de vista práctico, consiste en la implementación de acciones y medidas que permitan optimizar el consumo de energía, aclara el consultor en energía y medioambiente, Marvin Fernández. Como resultado, su aplicación se traduce en un ahorro en la factura eléctrica.

“Regularmente implica la adaptación y/o sustitución de equipos de alto consumo, por otros más eficientes, así como el cambio de conducta en las personas”, añade el también presidente en la Asociación para el Fomento de las Energías Renovables (Asofer). No obstante, las medidas de eficiencia energética a implementar pueden variar dependiendo del tipo de usuario (residencia, comercio, industria) y de su curva de carga, es decir, del uso de la energía en el tiempo.

Entonces, ¿contribuir a la lucha contra el cambio climático es realmente tan fácil como cambiar una bombilla? Sí, según los expertos consultados, aunque, en comparación con las tecnologías de energía renovable, como las turbinas eólicas y los paneles solares, la eficiencia energética es casi invisible. Es así como también explican que hacer más con menos energía puede ser un arma aún más crítica y ofrece grandes beneficios económicos.

“Podemos decir que la eficiencia energética y las energías renovables son complementarias, y juntas son la combinación perfecta para mitigar el impacto del cambio climático y producir ahorros”, indicó Fernández.

Hacer más eficiente el consumo se vuelve una tarea aún más urgente por el reciente aumento de las emisiones y el tiempo limitado para lograr los objetivos de mitigación, como se describe en un informe especial el Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático (IPCC).

Incluso, es una de las formas clave en que el mundo puede satisfacer la demanda de servicios energéticos con un menor uso de energía, lo cual es crucial en la mayoría de las rutas de emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) del IPCC que limitan el calentamiento global.

No obstante, se requiere no solo su impulso, sino hacerla visible tomando las medidas necesarias. Aunque parezca que las renovables son la mejor alternativa, la eficiencia energética permea no solo todos los sectores, sino también otras opciones como las limpias.

“Antes de proceder con la instalación de energía renovable en un proyecto, lo recomendable es hacer una auditoría energética para determinar cuáles equipos podrían ser cambiados por otros más eficientes, o cuales medidas se podrían adoptar para reducir el consumo de energía”, explica Fernández.

De esta manera, se reduce las inversiones en bienes de capital, o gastos en capital, y mejoran los indicadores financieros de proyectos renovables, mientras los ahorros son mayores y el tiempo de retorno de la inversión es menor.

Panorama dominicano

República Dominicana posee una demanda máxima de 3,200 MW de potencia. Se trata de un valor pico por encima de algunos países de Centroamérica, y la región, con igual o mayor población, señala Velazco.

“Lo principal es que nuestro país tiene un clima tropical, temperaturas promedio y de humedad alta durante todo el año. Eso significa un consumo por refrigeración mayor”, explica. Esto quiere decir “abanicos que se usan más horas, neveras que se abren muchas más veces al día y por ende el motor generador se dispara el doble de veces más, o el uso más tiempo de los acondicionadores de aire, en ciertos sectores de clase media baja”.

Todo lo anterior, sin la eficiencia energética requerida, impacta por igual la economía y el medio ambiente. Satisfacer esa demanda eléctrica se puede ver en cifras. De acuerdo con datos de la Dirección General de Aduanas, la importación de petróleo implicó US$6,735.14 millones solo en 2022.

Un año antes fueron US$4,025.76 millones y medioambientalmente se tradujo en la emisión de 28 megatoneladas de dióxido de carbono (MtCO2) en República Dominicana, de acuerdo con el Global Carbon Atlas. Eso se explica en que el 84% de la energía que se produce depende de combustibles fósiles y para obtener un kilovatio-hora, las plantas de generación deben operar un proceso que genera emisiones de gases de efecto invernadero al medio ambiente, y aceleran el impacto del cambio climático.

En otras palabras, que en el país se desperdicie energía, se debe un conjunto de factores estructurales, aclara Velazco. “No solo por los patrones de consumo promedio de los clientes y usuarios finales de energía eléctrica, sino también, por ejemplo, por kilómetros de redes de distribución y de transmisión eléctricas históricamente en mal estado”, agrega.

En consecuencia, no solo se pierde por la ineficiencia y mal uso, sino también en el transporte hasta su destino final. Eso incluye subestaciones para la conversión de energía eléctrica, que según indica están pendientes de expansión. Está, además, la falta de medidores eficientes para el consumo de energía eléctrica en clientes y usuarios a quienes se les cobra un monto fijo mensual y en otros casos, “nada”, revela.

Otros drenajes eléctricos están en zonas urbano-marginales donde entiende se encuentran grandes y pequeños productores industriales de todo tipo. Por otra parte, y para el consultor “mucho más importante”, son las pérdidas no técnicas o comerciales. Es decir, las que son por el hurto total de energía, fraude a los equipos de medición por intervención directa de los usuarios finales y/o por técnicos por paga.

Se suman otros factores que hacen ineficiente la distribución eléctrica. Citó el “cuello de botella” existente en dicho sistema por la falta de nuevas líneas y expansiones de algunas de ellas por la alta integración de energías renovables en el Sistema Energético Nacional Interconectado (SENI), “las cuales por su naturaleza son inestables en su suministro”, asegura Velazco.

Ante esa realidad, Fernández sostiene que, en la medida en que el país pueda hacer un uso eficiente de la energía, el crecimiento de la demanda se podría reducir y/o ralentizar. En ese sentido, cada consumidor va a requerir menos energía para atender sus necesidades, generando un ahorro en la importación de combustibles fósiles, a la vez que protege al medio ambiente.

Medidas para eficientizar

Realizar esos ahorros de energía, sin duda, sería una gran ayuda para el clima, aliviaría la contaminación del aire que causa enfermedades, reduciría la dependencia de las importaciones de combustible y aumentaría la competitividad al reducir los costos, coinciden los especialistas.

No obstante, aunque la eficiencia no es tema nuevo a nivel mundial, en el país queda un camino a recorrer. En una realidad donde los gobiernos presionan para reducir la dependencia de los combustibles fósiles, la eficiencia energética es la salida ideal para poder alcanzar una transición energética viable, posible y menos cara, entiende Velazco.

“Se debe tratar de trabajar el problema desde la demanda y no desde la oferta”, dice, al tiempo que señala que eso solo se consigue trabajando en una demanda de energía eléctrica más eficiente y responsable por parte de todos los dominicanos.

Justamente durante las entrevistas que realizaba elDinero a las fuentes consultadas, se dio a conocer Decreto 158-23, con la cual el Estado está enviando señales a la ciudadanía sobre la importancia de promover el ahorro energético, y el uso eficiente de la energía, dijo Fernández.

En ese sentido, Velazco enfatizó que lo importante es que dicha ley se cumpla. Además, de manera especial, destacó la rebaja o exención de los aranceles para los “Smart Appliances” o equipos electrodomésticos inteligentes. “Me refiero a equipos electrodomésticos eficientes de bajo consumo, y/o tipo “inverter” como los acondicionadores de aire”, expresó.

Aunque dicho decreto trata sobre la implementación de políticas de ahorro y eficiencia energética en todos los órganos de la administración pública que se encuentran bajo la dependencia del Poder Ejecutivo, para Fernández, el solo hecho de su publicación significa que la eficiencia energética está siendo una realidad en nuestro país.

“Es un gran primer paso, y entendemos que se debe seguir avanzando en ese sentido. Cabe destacar que en el Senado de la República se encuentra en evaluación desde hace varios años el anteproyecto de Ley de Eficiencia Energética, mismo que debe incluir los incentivos para estimular no sólo al sector público, sino también al sector privado a realizar las inversiones para reducir el consumo de energía” dijo.

Aun así, entiende que se requiere que el Estado adopte políticas públicas a favor de la eficiencia energética, así como la promulgación de leyes y reglamentos que regulen el mercado.

“La creación de incentivos que motiven a las empresas y a la ciudadanía a adoptar medidas de eficiencia energética es vital”, añadió. En este contexto, Baldivieso detalla que desde BID se ha dedicado una significativa porción de recursos de financiamiento para estimular la inversión en programas y proyectos de eficiencia energética.

A pesar del nuevo decreto, para el ejecutivo de la CNE, el desafío es convencer a la población para que cambie de mentalidad. “El mayor reto es convencer a la gente de que la política en eficiencia energética es creíble. Ese es solo el primero, luego está convencer a la demás institución de que existe un orden, una política de gobierno en tema de eficiencia energética”, dice Veras. Esto para que todos los organismos del gobierno se alineen en un mismo objetivo.

“Creo que se va a lograr en el corto plazo y vamos a poder a cruzar al siguiente estadio, y es el de la aprobación de una ley que obligue al Estado a ser más eficiente, que nos obligue, por ejemplo, a un sistema de transporte más eficiente. Ese va a otro reto más”, advierte.

Transporte eficiente

En 2022, el total de automóviles registrados en el parque vehicular de República Dominicana ascendió a 5,463,996. De esa cantidad, aquellos con más de cinco años de fabricación representaron el 89.3%. Los del rango del 2019-2023, representan el 10.7%.

Para el director ejecutivo del Instituto Nacional de Tránsito y Transporte Terrestre (Intrant), Hugo Beras, estos datos indican que el parque vehicular está en un punto mayor, de obsolescencia. Los efectos se pueden ver el medio ambiente.

Según estimaciones del Ministerio de Medio Ambiente, los principales contaminantes del aire son el monóxido de carbono, los gases orgánicos totales y las partículas, especialmente PM10, de las cuales se emiten anualmente unas 19,616 toneladas, representando el 34.8% del total de las emisiones contaminantes.

Solo las fuentes móviles representan más del 70% de las emisiones de toda la República Dominicana, lo cual está relacionado con el aumento constante del número de vehículos en circulación, especialmente en las zonas urbanas. Las fuentes puntuales representan alrededor del 30% de las emisiones, y entre ellas la fuente más importante es la generación eléctrica.

Ante esa realidad, volver el parque vehicular más eficiente también cobra importancia. “Hoy, en el país se permite la importación de unidades usadas hasta 5 años. Estos son mucho más eficientes que los choches de hace 10 años, porque todos estos automóviles importados vienen de mercados donde hay reglas muy estrictas con el tema de las emisiones y del consumo de energía”, aclara Beras, al tiempo que enfatiza que República Dominicana tiene carros “mucho más eficientes de por sí”.

Pone como ejemplo los diversos modelos de automóviles que son híbridos y cuentan con un motor de combustión y otro eléctrico. “Esto lo hace (al vehículo) mucho más eficiente”, resalta. Ante la pregunta de cómo hacer más amigables con el medio ambiente y el consumo a las calles dominicanas, enfatiza “nosotros no somos fabricantes de vehículos, no establecemos tecnología en vehículos, pero globalmente, hay una transformación en torno al tema”, responde.

Aun así, entiende que en el país “tenemos un sistema de transporte de carga que el promedio de edad de esos vehículos es más de 20 años. Es decir, sumamente envejecido, con un altísimo consumo de combustible y lubricantes que te hacen poco eficiente la operación, además de muy costosa”.

En ese sentido, afirma a nivel nacional que se tiene que hacer es optar por incentivo con facilidades. Ese sector también cuenta con medidas que buscan eficientizarlo. “La Ley 63-17 contempla que al año 2027, dentro de prácticamente tres o cuatros años ya, será obligatorio que los vehículos que tengan más de 20 años, o no cumplan los parámetros de inspección técnica vehicular, tienen que tratarse”, detalla.

En otras palabras, esas unidades tienen que ser reemplazadas y hacer una migración que calificó de obligatoria a la modernidad. No obstante, lograr ese objetivo requiere pasos que ya están empezando, al igual que con la eficiencia energética a nivel de país.

“Como tenemos un parque vehicular envejecido, tenemos primero que identificarlo y hacer un levantamiento al 100%”. Esa es la razón por la cual inició el proceso de inspección técnica vehicular o revisión anual periódica de todos los vehículos que hay en República Dominicana.

En consecuencia, Beras explicó que después de que un vehículo no pase la inspección, “si tú no tienes el dinero para ponerlo en condiciones, te (el Estado) compro la unidad, y te doy un bono adicional para que tú puedas entonces irte al mercado a buscar un vehículo más moderno, o uno nuevo”.

Como resultado, un parque vehicular más eficiente significa que el Estado se beneficia. “Está creando un medio ambiente menos contaminado, menos ruido, menos emisiones de CO2, que se convierten en menos afecciones para la salud de las personas en todo el sentido de la palabra. El Estado gana” expresó.

Así mismo, es consciente que automóviles eficientes se traduce en una disminución en el consumo de combustibles y derivados. “Eso se convierte en una factura petrolera más baja, menos presión de divisa, menos presión en el tema económico internacional, menos desequilibrio con lo que pueda pasar con conflictos internacionales”, añade.

También citó otros beneficios, como “un parque vehicular más eficiente se traduce en una disminución de la capacidad de consumo del dominicano, porque tiene que depender de menor recursos para poder satisfacer su necesidad, aparte de que tú tienes entonces menos costos por subsidio de combustible”.

Aprovechamiento

En virtud de lo anterior, Velazco coincide y resalta la importancia de la eficiencia. “Una demanda energética más responsable y eficiente genera una baja en la importancia de combustibles fósiles y la demanda de divisas o dinero por parte de las autoridades y de los agentes económicos”, dice.

Para Baldivieso, del BID, por su parte, entiende por el nivel de consumo, y potencial de ahorro de energía eléctrica, los sectores que más se beneficiarían de la eficiencia energética sería las micro, pequeñas y medianas empresas, el sector residencial, el sector público (alumbrado, edificios y potabilización y bombeo de agua potable y residual), así como las empresas industriales y comerciales.

Asimismo, detalla que el sector privado se ha constituido en un protagonista del desarrollo de la eficiencia energética en los países. Cita ejemplos. “En la industria, los actores privados llevan ya un largo tiempo implementando acciones para acceder y aplicar tecnologías de última generación para equipos eficientes; y en el transporte están activando mecanismos para promocionar la movilidad eléctrica”.

En el caso específico de República Dominica, explica que desde 2016, y en coordinación con la Agencia de Cooperación Internacional de Japón (JICA), se trabajó en la elaboración de un diagnóstico de potenciales áreas del sector público para intervenciones de alto beneficio en eficiencias energéticas. Eso dio paso al diseño del primer Programa de Eficiencia Energética para alumbrado público, que arranca en 2023 con un financiamiento BID-JICA por un total de US$75 millones.

“El programa permitirá el reemplazo y rehabilitación de más de la mitad del alumbrado público del país y ahorros por reducción del consumo eléctrico superior al 50%” enfatiza. Dice que para el BID este es solo el primer paso en el apoyo al país para continuar desarrollando acciones de eficiencia energética que, mediante el ahorro energético, proporcionen beneficios de largo plazo.

Beneficios

Es claro que la eficiencia energética ofrece múltiples beneficios al país. En República Dominicana, el 60% de las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) provienen del sector energía, en ese sentido, para Fernández, “si logramos hacer un uso eficiente de la misma estaremos aportando en gran medida a mejorar el medio ambiente y al cumplimiento de las metas climáticas relacionadas con la reducción de emisiones”.

Entiende que el gobierno tendría grandes ahorros en la factura de energía de cada una de las instituciones que lo componen, así como ahorros millonarios por la reducción de la importación de combustibles fósiles. Adicionalmente, y como resultado, señala que podrían destinar estos ahorros para promover iniciativas en otros sectores de la economía que permitan mejorar la calidad de vida de los dominicanos. “La sociedad en general sale beneficiada”.

Medidas del gobierno

De acuerdo con el decreto 158-23, se declara de alta prioridad nacional la implementación de una política de ahorno y eficiencia energética en todos los órganos de la Administración pública que se encuentran bajo la dependencia del Poder Ejecutivo, incluyendo la Administración pública central, desconcentrada, así como los organismos autónomos y descentralizados, incluyendo en aquellas instituciones definidas como no cortables de conformidad con la Ley núm. 125-01, sus modificaciones y su Reglamento de aplicación.

Para Edward Veras, este es solo un primer paso. “Luego el Gobierno irá a otros sectores a ver cómo usan la energía”. En ese sentido, dijo que en cada rama siempre hay que identificar el uso más eficiente. “Carecíamos de un marco regulatorio para el tema de eficiencia energética. El decreto que emite el Presidente es una estrategia, una política pública”, sostiene.

Entiende que todavía está en pendiente en el Congreso una ley para poder modificar los incentivos fiscales y aranceles. “Necesitamos una ley. Este decreto impulsa la gestión energética en las entidades del Gobierno”.

El consumo de electricidad por parte de las entidades públicas es del orden de 825,874,269 kWh/año, lo que equivale aproximadamente al 6.7% de la demanda nacional. La implementación de medidas de eficiencia energética en el sector público, si bien tienen las características de ser rentables, enfrentan el serio desafío de la necesidad de inversión.

La propuesta busca extender el esquema para llevar a cabo auditorías de energía y obtener o administrar financiamiento para el clima, a través de los beneficios asociados con la reducción de las medidas de emisiones, todo sujeto a un esquema de monitoreo, reporte y verificación (MRV) para asegurar la efectividad de la implementación.

Recomendaciones

Desde el BID explican a elDinero que para impulsar la eficiencia energética es fundamental constituir la estructura base a partir de:

  1. Fortalecimiento institucional, dotando de recursos humanos y presupuestales suficiente para impulsar la implementación de acciones que resuelvan los principales desafíos que enfrenta la eficiencia energética.
  2. Establecimiento de un marco legal de aplicación específica que defina la política y obligatoriedad de acciones.
  3. Definición de una estrategia o plan nacional de eficiencia energética con indicadores y metas claras, generales y en áreas prioritarias, así como los procedimientos para el monitoreo, medición y evaluación de resultados.
  4. Regulación que permita, entre otros, establecer los niveles máximos de consumo de energía de los equipos con un uso intensivo que se comercializan en los países, así como las reglas para excluir en el tiempo equipos de baja eficiencia.
  5. Estímulos para la puesta en práctica de acciones de eficiencia energética.
  6. Generación de información para optimizar el acceso a tecnología eficiente.

Incentivos

El Senado de la República aprobó a unanimidad en segunda lectura el Proyecto de Ley de Eficiencia Energética. Tiene el propósito el fomentar y promover el uso eficiente de energía.

Para lograrlo plantea puntos como que, fomentará, a través de las entidades de intermediación financiera, los mecanismos para el desarrollo de programas relativos a créditos blandos con tasas preferenciales para la inversión en tecnologías, equipos y servicios que contribuyen a la eficiencia energética y a la disminución del consumo de energía.

Asimismo, todos los equipos y dispositivos que tengan una eficiencia energética por debajo del mínimo establecido en el reglamento de aplicación de dicha ley, serán objeto de un incremento en la carga impositiva del 50% adicional a los impuestos aduanales establecidos en la normativa vigente.

Inversiones

En momentos en que las inversiones en energías disminuyen de acuerdo con gerente de McKinsey & Company para República Dominicana, Antonio Novas, en el país aumentan de acuerdo con datos del Centro de Exportación e Inversión de la República Dominicana (ProDominicana).

La inversión extranjera directa tuvo un crecimiento de 170%. Acerca del consumo eléctrico nacional, Novas entiende que “hay muchísima energía que se desperdicia”. Si se utiliza de una forma más eficiente, “liberas un montón de presión en el sistema y no hay la necesidad de esos picos de energía que disparan los precios”. Es a0sí como la eficiencia contribuiría a tener un sistema más sano, dice.

Fuente: eldinero.com.do