Durante meses, la campaña del presidente Biden ha argumentado que su posición política mejorará una vez que los votantes reconozcan que los comicios de 2024 serán una elección entre él y Trump. Al Drago para The New York Times

La preocupación por su edad, el malestar por su gestión de la economía y la guerra en Gaza son algunas de las razones por las que su coalición parece un poco más pequeña y menos entusiasta que en 2020.

Mientras se prepara para pronunciar el discurso sobre el Estado de la Unión el jueves, el presidente Joe Biden se enfrenta a cuatro problemas políticos insolubles que se ciernen como peligros para su campaña de reelección.

La preocupación por su edad, el malestar por su gestión de la economía, la frustración por su alianza con Israel durante su guerra en Gaza y la apertura a terceros partidos y candidatos independientes han surgido como razones fundamentales por las que su coalición demócrata parece un poco más pequeña y menos entusiasta que en 2020.

Biden aún tiene la primavera, el verano y el otoño para cambiar las cosas, y los demócratas han ganado una serie de elecciones en los últimos años centrando sus campañas en el derecho al aborto.

Pero combinados, estos obstáculos políticos amenazan su capacidad para defender el argumento que sus ayudantes han colocado en el corazón de su estrategia de campaña: hacer de 2024 una elección binaria entre el presidente y su predecesor, el expresidente Donald Trump.

“Claramente es una elección de vibras, no de matemáticas, ¿no?”, dijo Tory Gavito, presidenta de Way to Win, un grupo de defensa liberal. Su organización advirtió la semana pasada que el voto “no comprometido” contra Biden en las elecciones primarias de Míchigan, que protestaba por su política de Gaza, no era “algo que debiera ignorarse, tomarse a la ligera o descartarse como algo aislado de Míchigan”. De hecho, los “no comprometidos” obtuvieron el 19 por ciento de los votos en Minnesota el martes.

La campaña de Biden ha argumentado durante meses que su posición política mejorará una vez que los votantes reconozcan que los comicios de 2024 serán una elección entre él y Trump.

“El presidente Biden entra en las elecciones generales desde una posición de fuerza y con los ingredientes adecuados para ganar”, dijo Lauren Hitt, portavoz de la campaña. “Nuestra base está excepcionalmente motivada y unificada por Roe y las amenazas de Donald Trump a nuestra democracia”.

A continuación, ofrecemos una visión más detallada de los cuatro retos:

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Mr. Biden at a news conference after a special counsel’s report called him a “sympathetic, well-meaning, elderly man with a poor memory.”
Biden en una conferencia de prensa después de que un informe del fiscal especial lo llamó un “hombre bienintencionado de edad avanzada con mala memoria”. Biden contestó: “Mi memoria está bien”.Credit…Pete Marovich para The New York Times

Biden, quien ahora tiene 81 años, ha lidiado con esas preocupaciones desde que anunció su campaña presidencial en 2019.

El mes pasado, Estados Unidos vio cómo un fiscal especial calificaba a Biden de “hombre bienintencionado de edad avanzada con mala memoria”. Una encuesta reciente de The New York Times y el Siena College reveló que el 73 por ciento de los votantes opinaba que era demasiado viejo para ser un presidente eficaz.

¿Qué puede hacer Biden?

“Creo que debería tomarse una píldora y rejuvenecer 40 años”, dijo el senador Bernie Sanders, de Vermont, quien a sus 82 años, es un poco mayor que Biden. “Y si tiene esa píldora, espero que la comparta conmigo”.

Bromas aparte, algunos demócratas han presionado a Biden para que demuestre a los votantes que sigue estando a la altura del cargo.

Sanders expresó su confianza, diciendo que esperaba que Biden hiciera “una campaña vigorosa” para promocionar sus logros y explicar una agenda de segundo mandato. Dijo que, en sus propias conversaciones con Biden, animó al presidente a emular la campaña de 1936 del presidente Franklin Roosevelt, que culminó con un segundo discurso inaugural en el que no rehuyó la realidad de la Gran Depresión y declaró: “Veo a un tercio de una nación mal alojada, mal vestida, mal alimentada”.

Los aliados de Biden en los estados más disputados también han tratado de defenderlo de las críticas y las especulaciones sobre su futuro.

Roy Cooper, gobernador de Carolina del Norte, recordó en una entrevista reciente que se vio obligado a convencer a un jefe ejecutivo local de que, en efecto, Biden sería el candidato demócrata.

El gobernador de Wisconsin, Tony Evers, quien está considerando presentarse a un tercer mandato en 2026, cuando tendrá 74 años, dijo que su objetivo sería retirarse mucho antes de alcanzar la edad de Biden.

“Si me preguntas si voy a postularme a los 82 años, te diría: ‘Eso no va a ocurrir’”, dijo Evers.

A woman holding a “Vote Uncommitted” sign in Dearborn, Mich.
Más de 100.000 votantes de Míchigan votaron por la opción “no comprometido” en las elecciones primarias del estado. The New York Times

La guerra en Gaza ha alienado a sectores importantes de la coalición ganadora de Biden en 2020, incluidos los votantes jóvenes, los progresistas y algunos votantes negros.

La campaña de Biden sostuvo que el 13 por ciento de los votantes de las primarias demócratas de Míchigan que votaron “no comprometido” era una cifra que entra dentro de las normas históricas del estado.

Pero el porcentaje fue mucho mayor en las primarias de Minnesota del martes y solo un poco menor en Carolina del Norte, donde no hubo una campaña de protesta organizada. Otro esfuerzo convocado por los grupos de izquierda en las primarias del estado de Washington la semana que viene significa que Biden seguirá enfrentándose a la presión demócrata en cuanto a la guerra.

“Ha lucido débil en este conflicto porque no ha podido defender lo que dijimos que son los valores de Estados Unidos”, dijo Pramila Jayapal, representante por el estado de Washington y líder del Caucus Progresista del Congreso. “Se lo dije directamente a la Casa Blanca: creo que literalmente podríamos perder las elecciones contra Donald Trump por esta guerra”.

Jayapal y otros demócratas argumentan que cada día que dure el conflicto es un día que su partido tendrá que luchar por impulsar un mensaje sobre cómo Biden es superior a Trump, porque los votantes enfadados por la guerra no lo escucharán sobre ninguna otra cosa.

Algunos demócratas progresistas dicen que, para recuperar apoyo, Biden debe ir más allá de pedir un alto el fuego e interrumpir la ayuda militar incondicional de EE. UU. a Israel.

“Exigir un alto el fuego habría funcionado hace unos meses”, dijo Keith Ellison, fiscal general de Minnesota. “La gente busca un cambio relacional, porque después de 30.000 muertos y de todos los que han sido desplazados, creo que es como, mira, no podemos seguir así. No podemos. El mundo no puede seguir así”.

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Biden, quien suele presentar su agenda interna como “Bidenomics”, ha luchado por persuadir a los votantes de que él es el responsable de las mejoras económicas. Maansi Srivastava/The New York Times

La mayoría de los indicadores económicos apuntan en la misma dirección. La inflación se está enfriando, la confianza de los consumidores va en aumento. En general, muchos estadounidenses se sienten bien con su propia situación económica.

Pero no creen que Biden esté muy relacionado con eso y piensan que la economía en general está empeorando. Solo el 19 por ciento de los encuestados en el último sondeo de The New York Times/Siena College pensaba que la economía está mejor que hace cuatro años —cuando Trump estaba en el cargo—, mientras que el 65 por ciento dijo que ahora está peor. Si revisamos los sondeos de hace un año, el 23 por ciento dijo que la economía estaba mejor, el 40 por ciento peor y el 36 por ciento más o menos igual.

“Hay una brecha”, dijo el gobernador de Nueva Jersey, Phil Murphy, aliado de Biden, quien lleva meses prediciendo que el mandatario obtendrá el crédito por la mejora de la economía este verano, justo a tiempo para las elecciones generales. “No estoy sugiriendo que vaya a ser un momento de varita mágica, pero creo que, literalmente, solo es cuestión de tiempo para que el presidente obtenga el crédito que merece”.

Biden ha implementado una serie de medidas para resaltar sus aciertos con mayor rapidez. Ha presentado su agenda nacional como “Bidenomics”, una frase que pocos de sus más altos colaboradores aceptaron y comenzaron a usar, pero que no obstante ha persistido ocasionalmente como una marca de la Casa Blanca. El discurso del jueves ofrece a Biden uno de los mayores escenarios del año para presumir de sus logros, algo de lo que incluso sus antiguos partidarios dicen que necesitan oírle hablar más.

Adrianne Shropshire, directora ejecutiva de BlackPAC, una organización afroestadounidense de compromiso político, describió haber dirigido un reciente grupo de discusión en el que los participantes se sorprendieron al conocer la legislación que había aprobado Biden y cómo había mejorado la economía durante su presidencia.

“Alguien dijo: ‘No sabía nada de esto. ¿Por qué los demócratas son tan malos transmitiendo esos mensajes?’”. dijo Shropshire. “Es un sentimiento bastante generalizado”.

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A los aliados de Biden les preocupa el efecto potencial que Robert F. Kennedy Jr. pudiera tener en una contienda presidencial reñida en estados clave. Emily Elconin/Getty Images

La campaña de Biden ha tratado de enmarcar las elecciones de 2024 como una elección binaria entre el presidente y Trump. Un problema de esa estrategia es que los votantes podrían tener otras opciones.

Durante meses, a los demócratas les preocupó que No Labels, el grupo centrista que afirmaba disponer de 70 millones de dólares, presentara un candidato. Pero tras la renuencia de sus principales objetivos, la preocupación de los demócratas por los terceros partidos y los candidatos independientes se ha trasladado a la posibilidad de que Robert F. Kennedy Jr. pueda restarle votos a Biden.

“Todo el mundo en la coalición demócrata está preocupado por Kennedy”, dijo Matt Bennett, cofundador del grupo centrista Third Way, quien ha ayudado a dirigir los esfuerzos del partido para frenar a los candidatos de terceros partidos e independientes.

Candidatos como Kennedy y, en menor medida pero con influencia significativa, Cornel West y Jill Stein, podrían astillar la frágil coalición que eligió a Biden en 2020.

Ese año, Biden unió a los demócratas de izquierda con los republicanos de centroderecha que se oponían a la perspectiva de un segundo mandato de Trump. Pero como muchos de esos votantes se han resentido por los candidatos de los dos partidos principales, los demócratas temen que Biden pierda más votos que Trump.

Durante los próximos meses, la lucha se centrará en si candidatos como Kennedy y West pueden ser elegidos en los principales estados disputados. Hasta ahora, West está en la boleta en Alaska, Oregón y Carolina del Sur, y Kennedy está en la de Utah. A última hora del martes, su campaña anunció que había recogido suficientes firmas para poder participar en Nevada, que sería su primer estado disputado.

“Los candidatos presidenciales de terceros partidos son, en general, una gran amenaza para la presidencia”, dijo Rahna Epting, directora ejecutiva de MoveOn, grupo activista liberal. “En estas elecciones, el resultado será que inclinarán la votación hacia Donald Trump, y este país no puede soportar cuatro años más de él”.

Fuente: bbc.com/mundo