Fue llamado San Pablo VI a la presencia del Padre Eterno, el 6 de agosto de 1978, en la Fiesta de la Transfiguración (fue también la fecha, 14 años atrás, de la publicación de la encíclica que anunciaba el programa de su pontificado) pasando de la cruz a la luz: «per crucem ad lucem».
En su Testamento dejó escrito: «Fijo la mirada en el misterio de la muerte y de lo que a ella sigue a la Luz de Cristo, el único que la esclarece; miro, por tanto, la muerte con confianza, humilde y serenamente. Percibo la verdad que ese misterio ha proyectado siempre sobre la vida presente y bendigo al vencedor de la muerte por haber disipado en mí las tinieblas y descubierto su luz… Por ello, ante la muerte y la separación total y definitiva de la vida presente, siento el deber de celebrar el don, la fortuna, la belleza, el destino de esta misma fugaz existencia: Señor, te doy gracias porque me has llamado a la vida y más aún todavía porque me has regenerado y destinado a la plenitud de la vida».
A continuación, el desarrollo de este recorrido histórico, doctrinal y evaluativo del diálogo pneumatológico que el Papa San Pablo VI realizó a partir del Concilio Ecuménico Vaticano II en el que pretendemos demostrar que ha sido de gran avance y actualización para la Iglesia Católica en relación a su presencia y misión en el mundo actual, en la dimensión espiritual y social de la vida de los ciudadanos de las diversas sociedades que conforman la tierra.
Padre Manuel Antonio García Salcedo, PhD.
Arquidiócesis de Santo Domingo.
*Tesis Doctoral:
«El Diálogo Pneumatológico del Magisterio del Papa San Pablo VI a partir del Concilio Ecuménico Vaticano II».
Extracto 5.
En preparación: investigación postgrado doctoral.