La resurrección de Jesús, el crucificado, es el cumplimiento de dd todas las promesas de Dios, el norte y la plenitud de todas las aspiraciones de la existencia humana.
Si Jesús ha resucitado, nuestra vida es un constante encuentro con Aquel cuyo Costado y Llagas están abiertas.
Por la fuerza del Resucitado nuestra existencia se transforma en un esfuerzo incesante en el Espíritu Santo en la Comunidad Comunidad Eucarística para erradicar la violencia y la guerra, el hambre y la desigualdad social, la opresión y los prejuicios, la esclavitud de los vicios y la corrupción con que tantos y tantos están crucificados.
Si este es nuestro sentido de vida, en el último dia nuestros cuerpos mortales serán resucitados por la comunión con el Cuerpo y Sangre de Jesús.