Nadie sabe lo que tuvo hasta que lo perdió. Así son las buenas familias con padres dedicados, presentes y de profundos valores humanos. A ellos dedica la Iglesia este día de la Sagrada Familia en la Octava de Navidad que este año cae en Domingo.

El regalo que nos ha hecho Dios de darnos A San José como Padre, Patrón de las causas imposibles en el tiempo y al voluntad de Dios y el trabajador incansable en el silencio, la humildad y solamente a los ojos del Señor.

Maria es la Señora de la Navidad. Ella nos cuida, igual que cuido a Jesús, aún cuando ella dormía, y sabía que San José Castísimo estaría velando por los dos.

A seguida de la visita de los Magos Sabios de Oriente que declararon con sus ofrendas al Niño Dios como Rey del Universo, se sucedió la matanza de los Santos Inocentes por parte del tirano corrupto Herodes.

A partir de entonces, también la Navidad nos recuerda que todo el que sufre violencia y pobreza es familia nuestra, sagrado linaje que participó anticipando el Sacrificio de Aquel que nació en Belén y Murió en la Cruz para salvarnos de las oscuridades de este mundo que pasa.

Hagamos arodillados en el Credo, como cada año en las Solemnidades de Navidades, en el: Y se Hombre., en profundo silencio, el compromiso de honrar a nuestros padres y familiares, de defender toda vida humana en todos sus estadios y de dar lo mejor de nosotros en cada tramo de nuestra existencia.

Cada aspecto de la vida del Hijo de María siempre Virgen es nuestro norte y referencia.