A sus discípulos exhorta Jesús como al rebaño que está bajo la protección y cuidado de su Padre.

Somos sirvientes, obreros, administradores de las cosas de Dios en el hogar, en el trabajo y en la sociedad. Está labor consiste en poner por obra todo y solo lo que es del agrado del Señor y tener a raya a los ladrones que quieren adueñarse de los bienes del Reino de Dios.

San Pedro Apóstol ha pedido explicaciones del cómo, cuándo y para quiénes se debe aplicar está parábola.

Castigo para los vagos y aprovechados, y castigo para los usurpadores e infiltrados.

Con entusiasmo saquemos de abajo. Agradezcamos las tareas y deberes diarios que nos competen. Tanto se nos ha dado. Mucho se nos ha pedido. Más de lo que merecemos nos compete. Si se nos dió desde arriba y por el esfuerzo sacrificado de los nuestros, retomemos las tiendas de nuestra vida.

Es tanto el bien que podemos hacer por los que no han tenido la misma dicha que nosotros.

Administradores justos y fieles como San José, de quien Cristo aprendió la entrega sin límites y el trabajo tesorero. Y de María Santísima, su Madre Virgen, la dádiva total de su persona.

Todos los días viene el Señor, nuestro Amo, en la Eucaristía para que le rindamos cuentas de lo que nos ha dado. Y un día, su venida será definitiva. ¿Cuándo será, y cómo nos encontrará? ¿Tendremos nuestros papeles y sus bienes en orden?
[1/8, 1:41 p. m.] Solo Servicios iglesia: A sus discípulos exhorta Jesús como al rebaño que está bajo la protección y cuidado de su Padre.

Somos sirvientes, obreros, administradores de las cosas de Dios en el hogar, en el trabajo y en la sociedad. Está labor consiste en poner por obra todo y solo lo que es del agrado del Señor y tener a raya a los ladrones que quieren adueñarse de los bienes del Reino de Dios.

San Pedro Apóstol ha pedido explicaciones del cómo, cuándo y para quiénes se debe aplicar está parábola.

Castigo para los vagos y aprovechados, y castigo para los usurpadores e infiltrados.

Con entusiasmo saquemos de abajo. Agradezcamos las tareas y deberes diarios que nos competen. Tanto se nos ha dado. Mucho se nos ha pedido. Más de lo que merecemos nos compete. Si se nos dió desde arriba y por el esfuerzo sacrificado de los nuestros, retomemos las tiendas de nuestra vida.

Es tanto el bien que podemos hacer por los que no han tenido la misma dicha que nosotros.

Administradores justos y fieles como San José, de quien Cristo aprendió la entrega sin límites y el trabajo tesorero. Y de María Santísima, su Madre Virgen, la dádiva total de su persona.

Todos los días viene el Señor, nuestro Amo, en la Eucaristía para que le rindamos cuentas de lo que nos ha dado. Y un día, su venida será definitiva. ¿Cuándo será, y cómo nos encontrará? ¿Tendremos nuestros papeles y sus bienes en orden?