NUEVA YORK – El congresista Adriano Espaillat, el senador del PRM por la provincia Espaillat, Carlos Manuel Gómez Ureña y los empresarios Ramón Tallaj Junior y Susana Osorio, encabezaron el evento “Taller de Emprendimiento” en el que relataron los éxitos empresariales que han cosechado en Estados Unidos celebrado el sábado en la tarde en al restaurante “Cocina Taller” en la calle 203 del vecindario Inwood del Alto Manhattan con la participación de docenas de pequeños y medianos comerciantes.

Cada uno de los expositores habló de las luchas por las que tuvieron que pasar, obstáculos vencidos y los logros alcanzados.

El senador, nativo de Moca narró que llegó a Estados Unidos después de comenzar a trabajar en una tienda de electrodomésticos que tenía su madre en Moca en los años ochentas, abriéndose paso luego de que ella y su padre le cedieron un espacio donde inició vendiendo bicicletas BMX y posteriormente, su papá que era ebanista le dio otro espacio en el taller, donde comenzó a vender muebles baratos.

“Me pagaban para esa época 25 pesos y para mí, era un mundo y hacía maravillas con esos 25 pesos”, relató el senador.

Los muebles los vendía en la tienda de su madre y en otras del área, a los 12 años de edad.

“Siempre he credo que los negocios vienen acompañados de la diversión y a esa edad, me divertía haciendo negocios”, añadió.

Reveló que la disciplina y la práctica de baloncestos en Moca fueron parte de la estabilidad emocional en sus primeras vivencias.

Jugando para la selección provincial de baloncesto llegó visado a Puerto Rico para jugar en un torneo internacional y así, consiguió su primera visa a Estados Unidos.

A los 7 años vino de paso con su madre a Nueva York, ciudad que lo atrajo porque es dinámica y progresista.

Le dijo a su madre que quería quedarse viviendo en Nueva York pero ella rechazó la idea y lo conminó a seguir los estudios en Moca.

Regresó a Estados Unidos después de terminar los estudios sabiendo que iba a pasar una gran temporada.

Dijo que llegó como a las 10:00 de la noche a Nueva York y al ver por la ventanilla del avión vio las intimidantes luces de la ciudad que lo embrujaron.

Creía que todo el que vivía en Nueva York estaba bien, trabajando, ayudando a sus familias para después regresar a la República Dominicana.

Se preguntó que tenía que hacer él diferente para lograr sus sueños.

Trabajó en una bodega en El Bronx donde hablando con personas le preguntaban por el tiempo que tenía en Nueva York y qué había logrado.

“Algunos me decían que habían comprado sus casas y ayudado a sus familias, pero me pregunté qué podía hacer para lograr cosas más grandes”, agregó Gómez.

Se fijó la meta de tener una bodega propia en dos años lo que logró pero en sociedad con otros.

También trabajó en un restaurante donde en su tiempo de ocio ayudaba al chef y al bartender, aprendiendo a cocinar y preparar tragos.

Dijo que cuando se tiene una meta clara, algo mágico pasa. “El universo conspira para que sucedan antes de tiempo. Al año y diez meses de yo haber llegado a este país ya tenía una bodega”.

Explicó que no todo fue color de rosa y en la bodega estuvo su primer fracaso porque sus socios aprovecharon que era menor de edad y no le daban los permisos para tener un negocio por lo que tuvo que poner la bodega a nombre de otro.

Cuando cumplió la mayoría de edad, 22 años, le dijeron que ellos también eran dueños del negocio y tuve que pagarles a ellos para poder adquirir la bodega que era de él.

Exhortó a los presentes a hacer negocios con documentos sin importar la cercanía que tengan con otros y que hagan los tratos por escrito para que no les pase lo que le pasó a él.

“Eso no me hizo desmayar y me dio más fuerza para seguir adelante. Tuve dos bodegas y ya me sentía listo para regresar a mi país”, narró el senador.

“Regresé a Santo Domingo donde me desenfoqué, hice malas inversiones, confiando en personas que no eran las adecuadas y eso, me dio una lección porque en poco tiempo perdí el capital que tenía”, dijo.

Regresó a Nueva York y usando los ahorros que tenía, compró otra bodega con un criterio muy diferente, más experiencia y más fuerza para trabajar.

Sugirió a los demás empresarios trabajar con lo que llama el valor agregado.

Abrió un centro de llamadas en la bodega, quedando fascinado por entrar en contacto con la comunicación. “A las tres semanas, ya tenía tres cabinas en la bodega”.

Dijo que siempre dio el mejor de los servicios lo que hizo crecer el negocio de llamadas y tuvo que abrir un local con 12 cabinas telefónicas desde donde los dominicanos, latinos y migrantes de otros países se conectaban con sus familiares.

También ofrecía otros servicios como pasajes, ventas de CD y otros cuando comenzaba la época del uso de los beepers, comenzando a trabajar con el sistema.

En esa época emergía el sistema de llamadas a través de tarjetas telefónicas que comenzó a vender en su negocio, y comprando al por mayor las tarjetas para sus negocios.

Allí conoció un judío al que luego le vendió el 49% de las acciones y la compañía comenzó a crecer meteóricamente.

Dijo que los negociantes tienen que tener un plan de acción, ponerle mente y energía y sobre todo, lograrlo.

Gómez, con los años se convirtió en el gurú de las tarjetas de llamadas en Nueva York y hoy es propietario de varias empresas de construcción, medicinas, servicios hospitalarios, inmobiliaria y otros que hoy son padre del poderoso Grupo Gómez.

Dijo que entre las claves de su éxito, estuvieron la determinación, el enfoque, el compromiso, visualización y la perseverancia sin poner en riesgo los negocios.

Fuente: Miguel Cruz Tejada