Santo Domingo (D.N.), República Dominicana.- Muchos nos preguntamos, si existe una fórmula para manejar la política económica de un país dentro del marco de los ciclos económicos, esto es, si en tiempos normales de la economía con expansión moderada o pronunciada o en contraposición, en épocas de recesión, las finanzas públicas y la política monetaria deben ser procíclica o anticíclica. En general, el dilema planteado ha sido materia de discusión histórica en la literatura económica y aún no ha logrado consenso.

Acerca de la disyuntiva, varios organismos internacionales favorecen la aplicación de la política económica contracíclica, consistente en que en épocas de crecimiento económico, reducir el gasto púbico, ahorrar, subir impuestos y tasas de interés es lo recomendable, a fin de hacer más sostenible la expansión; mientras que, en tiempos de crisis sugieren gastar lo ahorrado y bajar impuestos y tasas de interés para combatir la recesión. La visión cortoplacista en algunos impide la aplicación de la política contracíclica en escenarios como el descrito.

En contraposición, los que han preferido la política económica procíclica en épocas de abundancia económica, han escogido gastar más de lo que le ingresa por concepto de impuestos, así como además, bajar impuestos y tasas de interés, como una forma de continuar creciendo a costa del futuro; en cambio, en momentos de crisis económica han priorizado reducir el gasto público, aumentar los impuestos y las tasas de interés, recrudeciendo la recesión.

Conforme al Banco Mundial, en América Latina, durante el período 1960-2007 la política económica más empleada ha sido la procíclica en el orden del 60% y durante los años 2008-2018, época de crisis financiera internacional y altos precios del petróleo, el 58% ha utilizado la contracíclica. República Dominicana, durante las décadas transcurridas desde el 1960 hasta el 2018 se ha inclinado por la adopción de una política económica ecléctica, equivalente a una postura intermedia entre los polos opuestos de las políticas contracíclica y procíclica antes descritas, teniendo como resultado PIB con pronunciada expansión económica por un lado y por otra lado, fuerte contracción o ralentización económica.

Como forma de apreciar los resultados del crecimiento económico en los tiempos normales o de crisis, esta opinión optó por agrupar los 22 años que van del 1996 al 2018, segmentándolos por periodos gubernamentales, por ser esta una razón suficiente que matiza la adopción de la política económica. El primer periodo de gobierno, correspondiente al 1996-2000, la tasa de crecimiento económico acumulado, medido por el PIB, alcanzó un 26.2%, promediando un 6.5% anual, equivalente a decir que la economía mostró una fuerte expansión, en un entorno nacional e internacional caracterizado por condiciones normales; permitiendo un balance positivo para la gestión gubernamental.

Para las finanzas públicas, los años del 1996-2000, la presión del gasto público creció en un 1.6% del PIB, al pasar de 11.2% a 12.8%; cónsono con el aumento de la presión tributaria que pasó de un 10.3% del PIB a un 11.6%, para una elevación de un 1.3%. Por su lado, la presión de la deuda pública disminuyó de un 21.7% a un 17.2% del PIB.

El período gubernamental concerniente al 2000-2004, la tasa de crecimiento acumulada del PIB se situó en un 8.3%, similar a un promedio anual de apenas un 2%, resultado que lo hace ser el más bajo dentro de todos los periodos comparados. Durante los años indicados, el de peor desempeño fue el 2003, con una contracción negativa del PIB del orden de un 1.3%.

La crisis bancaria del 2003, que no se potenció aún más por prevalecer un escenario internacional normal, creo un clima desfavorable y fue una causal decisiva que afectó los resultados macroeconómicos, en variables claves, como el PIB, la tasa de inflación, el tipo de cambio, los tipos de interés, entre otras. El desempeño del periodo gubernamental del periodo 2000-2004 podría catalogarse como negativo.

El período 2000-2004 se caracterizó por una expansión del gasto público, al pasar de un 12.8% a un 15.1% del PIB; en cambio, la presión tributaria solo se movió de un 11.6% a un 12.4%; lo que explica parte del incremento de la deuda pública que se trasladó de un 17.2% a un 28.4%, también del PIB. Luego, el periodo de gobierno 2004-2008, caracterizado por el estallido de la crisis financiera internacional, que impactó a la mayoría de las economías del planeta, agravado por el inicio de un crecimiento sostenido en el precio promedio del barril del petróleo, el que durante el lapso indicado, pasó de US$28.43 a US$79.36, la gestión pública de entonces pudo conseguir que el PIB manifestara una tasa de crecimiento acumulada de un 29.2%, similar a una tasa promedio anual de un 7.3%.

Del 2004 al 2008, el gasto público se expandió de un 15.1% a un 20.2% del PIB y la presión tributaria de 12.4% a 14.1%, también del PIB, este comportamiento se produjo paralelamente con una disminución de la presión de la deuda pública que pasó de un 28.4% a un 23.3% del PIB.

Para el período gubernamental del 2008 al 2012, la tasa de crecimiento acumulada del PIB fue de un 15%, equiparable a una tasa promedio anual de un 3.75%, siendo la más inferior, la del 2009 con un 0.9%. Durante los referidos años, el precio del barril de petróleo en los mercados internacionales presentaron una tendencia alcista, al llegar al máximo histórico de US$147.25; lo que junto a la pérdida de dinamismo de la economía mundial, en ocasión de la crisis financiera, hizo complicar el escenario económico internacional y local.

El comportamiento del gasto público presentó un ligero aumento, al pasar de un 20.4% a un 21.3% del PIB, frente a una disminución de la presión tributaria de un 14.1% a un 13%, también del PIB. Por su lado, la presión de la deuda pública se incrementó de un 23.3% a un 32% del PIB. Pese al impacto mundial de la crisis financiera internacional y elevados precios del petróleo, la gestión de la economía dominicana pudo sortear en forma exitosa la situación externa, aminorándola o neutralizándola con el tipo de política económica empleada.

Con el cambio de gestión gubernamental en el 2012, el PIB mantuvo su crecimiento, situándose en forma acumulada para el periodo 2012-2016 en un 21.8%, semejante a una expansión promedio anual del 5.4% y para el 2017-2018, el aumento acumulado del PIB fue de un 11.6%, para un promedio anual de un 5.8%. Estas tasas de crecimiento del PIB se lograron en un entorno nacional e internacional no adverso; incluso, en el que se puede destacar una tendencia hacia la baja de los precios del petróleo.

Para el período 2012-2016, el gasto público disminuyó, pasando de un 21.3% a un 19.3% del PIB y la presión tributaria varió de un 13% a un 13.5% también del PIB, este descalce explica la elevación de la presión de la deuda pública que se movió de un 32% a un 39.7% del PIB.