Por Liza Collado

El comercio mundial enfrenta desafíos cada vez más complejos, en un escenario de rápida trasformación, crecimiento y sostenidas tensiones geopolíticas. En América Latina nos enfrentamos al reto de acelerar y diversificar las relaciones económicas y comerciales con Asia, particularmente con China.

Nuestras relaciones de inversión, financiamiento y cooperación intergubernamental son esenciales para fortalecer y desarrollar los sectores claves, aumentando así la competitividad. Durante el año en curso, la OMC ha pedido resolver las tensiones comerciales en el mundo, porque las previsiones de crecimiento del comercio mundial de mercancías ha reflejado bajas en un 2.6 % respecto del año pasado.

Santiago de Chile ha sido la cede del Segundo Foro de Inversión y Cooperación de Alto Nivel China-América Latina, organizado por la Comisión Económica de las Naciones Unidas para América Latina y el Caribe, el Banco de Desarrollo de América Latina y el Ministerio de Finanzas de la República Popular de China. Este escenario se propone como una plataforma para discutir las mejores prácticas y nuevos espacios de cooperación, así como resolver las tensiones y concentrarse en una vía positiva que responda a los desafíos de la economía actual.

El comercio no podrá jugar su papel de motor del crecimiento sino bajan los niveles de incertidumbre. Es imperativo reforzar y preservar el sistema comercial, observando la introducción de nuevos aranceles y medidas de represalia, la volatilidad de los mercados financieros y las emergentes condiciones monetarias en los países desarrollados.

Existe un marcado interés en establecer los fundamentos para la cooperación e inversiones entre América Latina y el Caribe y la República Popular de China. Países como  Brasil, Chile, Colombia, Costa Rica, México y Venezuela han tenido una participación destacada, no solo en las oportunidades de negocios, sino mirando hacia el apalancamiento del financiamiento en la infraestructura para el desarrollo y la sostenibilidad ambiental, energías renovables y la agricultura.

Nos extraña que en nuestro contexto económico actual la República Dominicana no se haya integrado. Si buscamos plataformas para intercambiar experiencias entre la República Popular de China y los países latinoamericanos, esta fue una gran oportunidad para coincidir en áreas de interés común.

Estamos ante la gran oportunidad de pasar balance al estado actual de nuestras relaciones económicas y explorar oportunidades de cooperación en sectores estratégicos como la infraestructura, energía limpia, manufactura, tecnología, agricultura sostenible y el financiamiento. La eficiente gestión pública y el buen gobierno siempre apuntan a alcanzar el bienestar colectivo, se percibe una interesante coyuntura.