Ahora que ha pasado una semana y que la calma comienza a retornar a sus niveles, resulta más cómodo forjarse una opinión desprovista del inmediatismo y menos expuesta a los riesgos de la contaminación, aquí les comparto mis reflexiones sobre los desafíos que presentan los vínculos con la China de Xi Jinping.

 

Un proverbio chino dice acerca de la paciencia: “Si eres paciente en un momento de ira, escaparás a cien días de tristeza”. Esta cita viene a propósito de las nuevas relaciones diplomáticas y comerciales que ha formalizado el Estado dominicano con el chino, de las que, además, muchos creen que radica la solución de los problemas longevos de la economía nacional.

El pasado lunes, 30 de abril de 2018, se marca un nuevo hito para las relaciones exteriores dominicanas; el país formalizó vínculos con China, dejando atrás las que tenía con Taiwán, acontecimiento que dentro de la administración Trump suman tres los países que la han establecido. Al margen de lo que se ha expresado en torno a la forma y hasta en el fondo, lo cierto es que ya es un hecho; y como tal, en lo adelante, el desafío para el país debe de ser qué hacer a partir de ahora.

No importa que la respuesta a esa interrogante se la tomemos prestada a Vladimir Lenin, pues supo escribir sus propuestas específicas, en torno a “Qué hacer”, comenzando por lo primero, por dónde empezar. Entonces, para Dominicana el punto de partida debe ser construir dos estrategias frente a China: la de corto plazo y la de largo plazo. La primera, ser realista y oportuno, para no derivar en frustraciones; y la segunda, por lo del proverbio chino arriba citado sobre la paciencia.

Hoy día tenemos la ventaja de la intercomunicación en tiempo real, por lo que resulta fácil auscultar acerca de la experiencia de Costa Rica con China; la que en junio de 2007 hizo exactamente lo mismo que acaba de hacer la República Dominicana: romper relaciones diplomáticas con Taiwán, al tiempo que las establece con China; y ese país ya ha cumplido sus primeros 10 años de haberlo hecho. En aquella oportunidad, el presidente de los costarricenses, Oscar Arias expresó: “Que no se podía ignorar la realidad contemporánea”; y en esta ocasión, el presidente de los dominicanos, Danilo Medina Sánchez indicó: “Lo que nosotros hemos querido es estar del lado de la Historia”.

Entonces, como estamos en la realidad actual y del lado de la historia, al país solo le queda establecer unas estrategias de corto y de largo plazos, a fin de potencializar la cooperación prevista en las nuevas relaciones con China.

Costa Rica es una buena referencia para nuestro país, ya que pese a ser el principal productor de piña en el mundo, con casi el 50.0 % de participación en el comercio internacional; a ese país le tomó cinco años poder pasar la prueba de los permisos fitosanitarios para sus productos de exportación de origen agropecuario, mientras sus ventas mermaron en forma significativa: al pasar de US$613 millones en el 2008 a US$62.0 millones en el 2016.

 

Una década después, con paciencia o no, Costa Rica no ha podido ver con mejores ojos su relación con China, como en forma previsible lo veía antes; al presentar un balance no tan alineado a lo que se esperaba. Primero porque las exportaciones se han reducido, segundo, porque la inversión directa se ha comportado en forma inestable; y tercero, el turismo ha crecido por debajo de las expectativas, lo que no le ha permitido alcanzar el ´efecto demostración´ para el resto de los países de la región centroamericana, la que China procura conquistar estratégicamente, a causa de su guerra diplomática con Taiwán.

A no ser que, ante la posición geográfica de Haití por su mayor cercanía con Cuba, los chinos también favorezcan la toma intensiva de iniciativas con Dominicana: intentando obtener un similar ´efecto demostración´ con nuestro vecino que está empeñado en mantener relaciones con Taiwán, logrando de esa forma una mayor presencia en el Caribe cercano a la Habana.

En la República Dominicana se exportan básicamente desechos y desperdicios de origen minero a China. No posee la ventaja competitiva de Costa Rica, en lo relativo a la capacidad exportadora actual, así como la que tenía en los inicios de su relación con China; por lo que a corto plazo, será difícil prever que las exportaciones dominicanas se posicionen en ese país asiático, constituyéndose en un fuerte desafío para los sectores público y privado. Durante los últimos años las exportaciones Dominicana a China han caído alrededor de 221.0%, al pasar de US$273 millones en 2014 a US$85 millones en 2017

En lo relativo a la inversión directa de China en Dominicana, será también otro de los grandes desafíos de mediano y largo plazos; no solo por los celos estadounidenses, sino porque a este tipo de iniciativa le toma un tiempo establecerse: si es que se dispone de una cartera de proyectos por realizar, que sean atractivos y cautivadores para los inversionistas chinos.

A corto plazo para el país, en materia de la inversión de cartera, China podría ser un buen destino de mercado; especialmente por el gran interés que ellos han mostrado mundialmente en los mercados financieros internacionales; de manera que la hacienda pública nacional podría orientar su mirada y su accionar hacia ese mercado.

Otra área en la que la economía nacional podría cifrar alguna esperanza para el corto plazo sería el sector Turismo, en el que Dominicana ofrece algunas ventajas competitivas y comparativas, para el principal país gastador y emisor de turistas del mundo que es China: con un número de viajeros que al 2017 alcanzó los 129 millones y un gasto aproximado de 300 mil millones de dólares; a pesar de que solamente el 10.0 % de su población tiene pasaportes, lo que revela el gran potencial de ese mercado.

Lograr de los chinos unos resultados tangibles a corto y a largo plazos, va a requerir en adición a la paciencia, de construir la confianza necesaria para tales fines, ¡y qué mejor que se haga bajo otro de sus proverbios más significativos en esta materia que dice: “La puerta mejor cerrada es aquella que puede dejarse abierta”!