Foto ilustrativa externa.

El Banco Central de la República Dominicana anunció recientemente que la tasa de inflación de enero de 2019 fue negativa, en el orden del 0.17 %. Aunque la información no ha sido debatida en los distintos medios de comunicación, pasando casi desapercibida, lo cierto es que el dato merece la atención: al menos en algunos de sus aspectos por sus implicaciones, tanto a nivel de la población perceptora de ingresos monetarios, como de las unidades económicas.

La teoría de los precios distingue la inflación negativa, la desinflación y la deflación. La primera es temporal, la segunda es una disminución de los precios paulatina, asociada a caída de precios por el progreso tecnológico y, la tercera, está vinculada a inflaciones negativas anuales, prolongadas y generalizadas, en la mayoría de los rubros que componen la canasta básica; por lo que el comportamiento de los precios en la economía dominicana de los últimos meses, ha sido bien llamada inflación negativa.

Cuando la inflación es negativa, es porque acontece un decrecimiento temporal del índice de precios, asociado fundamentalmente a una caída de los rubros más volátiles de la canasta básica, como los combustibles y otros bienes perecederos. En el caso dominicano, la inflación negativa de enero de 2019 se debió, principalmente, a la disminución de los precios del trasporte y la vivienda, a razón de un 1.54 % y de un 0.34 %, respectivamente; aunque esto no significa que los precios de rubros importantes no hayan aumentado, pues en efecto sí crecieron pero a niveles bajos, como lo demuestran los alimentos y bebidas que se situaron en un 0.13 %.

Una tasa de inflación negativa siempre será mejor para la economía, que un incremento de precios. Para los trabajadores perceptores de ingresos bajos, que son la mayoría en el país, la caída de los precios les favorece, porque aumenta el poder de compra de su salario y, por esa vía, aumenta la demanda de bienes y servicios, contribuyendo a la expansión económica; y, en adición, para los que tienen capacidad de ahorro, les beneficia la tasa de interés, al no tener que descontar la tasa de inflación, sino por el contrario, agregársela.

Como efecto colateral de la tasa de inflación negativa, su nivel no presiona a la tasa monetaria y de interés nominal bancario hacia el alza, como tampoco presiona al tipo de cambio y por el contrario, le da holgura al manejo de la política monetaria. El impacto de la inflación negativa también se traslada a las empresas, dado que al aumentar la demanda, aumentan sus beneficios; los que podrían destinar para aumentar el nivel de inversión.

Para la lupa de la teoría económica convencional, una tasa de inflación negativa prolongada podría ser perjudicial para la economía nacional, por ser presagio de una recesión, dada la eventual conducta de los consumidores: prefiriendo esperar que los precios sigan cayendo, perjudicando de esa forma al consumo y luego a la producción.

Sin embargo, el fenómeno descrito precedentemente, tal vez esté más relacionado con economías desarrolladas, en las cuales no se padece de tantas necesidades insatisfechas en la población; que a la de los países en vías de desarrollo, como el dominicano, donde el déficit en el consumo es evidente, que explica lo de las necesidades insatisfechas que se acumulan y las expectativas de consumo de los habitantes, tendentes hacia el cortoplacismo, promovido precisamente por las carencias imperiosas, situación que impulsa al consumidor a demandar tan pronto bajan los precios.

El desempeño de la economía dominicana del 2018, medida por el Producto Interno Bruto (PIB), se situó en un 7.0 %; crecimiento que podría presentarse como una señal de que la principal variable de la economía se aleja de los riesgos que puedan conducir a una recesión y, más aún, por las proyecciones que apuntan a que para el 2019 la economía continuará expandiéndose por encima de su potencial.

El índice de precios al consumidor en la economía nacional, no solo ha sido negativo para enero de 2019, sino también para los dos meses precedentes: diciembre y noviembre de 2018, cuando registraron un 0.22 % y un 0.35 %, respectivamente. La inflación negativa durante los últimos tres meses, ha permitido acumular un valor de un 0.70 %; el que a su vez, ha influido como uno de sus componentes, para que la tasa de política monetaria del Banco Central se haya mantenido sin variación, en el orden del 5.50 %; siendo ésta una expresión de la estabilidad en la referida política.

El precedente más reciente de inflación negativa de la economía dominicana aconteció en el 2016, cuando durante cuatro meses consecutivos los precios se comportaron de manera negativa; siendo estos: enero, febrero, marzo y abril; para un valor acumulado de un 0.67 %; mientras el crecimiento del PIB se situó en 6.6 %. La inflación negativa acumulada durante el cuatrimestre citado fue inferior a la acumulada para los tres meses de noviembre a enero de 2018/2019, que alcanza el 0.74 %.

Los tres meses consecutivos de inflación negativa significaron una buena manera de compensar el incremento de precios del 2017, que fue de un 4.2 %; y también una forma de neutralizar en algo la resistencia empresarial al aumento general de salarios que se reclama: los que se encuentran muy distantes del costo de la canasta básica familiar y también constituye una manera de reducir la brecha de la desigualdad social en el país; la que aunque ha bajado, continúa siendo muy alta, al situarse en 0.438 dentro de la escala del 0 al 1, de conformidad al Índice de Gini.

La tasa de inflación del 2018 fue de un 1.7 %, muy por debajo de la meta de inflación, que era de un 4.0 %; mientras que la demanda interna interanual del 2018 creció respecto al 2017, en alrededor del 7.2 %: una evidencia que permite no negar que la baja tasa de inflación, entre ellas las de los meses de inflación negativa, no incidió en la contracción de la economía; como podría considerar la teoría económica, válida más para economías desarrolladas y, que por el contrario, favoreció la expansión del consumo, convirtiéndose en uno de los motores de la expansión del PIB del año pasado.

La inflación negativa de enero y la de los dos meses anteriores, es augurio de que los precios de la economía dominicana están anclados en forma positiva, por debajo de la meta de inflación, que también favorece la ausencia de expectativas inflacionarias de la población; contribuyendo por esa vía, a que las variables microeconómicas del salario nominal, la tasa de interés a los préstamos personales y a las unidades económicas; así como también a las variables macroeconómicas del medio circulante, la demanda y la oferta interna agregada, entre otras, se comporten en forma favorable.

La baja tasa de inflación es promotora de estabilidad y sirve de base para darle holgura al manejo de la política monetaria y fiscal, ante situaciones inesperadas que no se originan en los precios de la economía; para que las referidas políticas puedan jugar un papel expansivo, de ser necesario y, que el ritmo de crecimiento no se vea contrariado o desacelerado, principalmente por causales externas.