Foto externa ilustrativa.

Un avance importante que ha acontecido en la conducción de la política económica en la República Dominicana, ha sido el haber iniciado y profundizado la divulgación de informaciones y datos en tiempo oportuno para los distintos agentes económicos y para el público en general, para que de esa manera estén debidamente informados en forma anticipada de hacia dónde podrían desarrollarse los eventos de naturaleza económica que les compete.

Lo dicho precedentemente es una expresión de transparencia comunicacional, la que a su vez puede asociarse a una mayor independencia en la conducción de la política económica, tanto monetaria, como fiscal, y a un mayor grado de legitimización, dada la naturaleza de una comunicación directa, abierta y no excluyente para la sociedad, que los ayude a mejores toma de decisiones en el corto plazo.

Los casos que podemos mencionar que avalan lo de la transparencia comunicacional, son los informes periódicos de la deuda pública que se rinde por ante el Poder Legislativo y el tipo de cambio proyectado del peso por el dólar que se incluye en el presupuesto nacional, ambos realizados por el ámbito fiscal y la divulgación por parte del Banco Central de los informes de la ejecución de la política monetaria, de la estabilidad financiera, de la meta de inflación en forma anticipada, cuando se formula la política monetaria del próximo año.

Con la disposición al público de las informaciones económicas y sus explicaciones abona en la dirección de crear credibilidad sobre los formuladores y ejecutores de la política económica, así como de las instituciones públicas que representan, contribuyendo de esa manera a crear y fortalecer confianza en los agentes económicos y público en general.

Los hilos conductores entre la toma de decisiones económicas y las explicaciones que deben darse a la sociedad es un ejercicio que induce a mejorar la calidad de las actuaciones públicas y por otro lado, la disposición oportuna y veraz de la información por parte de los agentes económicos y consumidores, tienden a contribuir a optimizar sus determinaciones en beneficio propio y de la colectividad.

Expresado en pocas palabras, la formulación y conducción de la política económica ha evolucionado desde el secretismo en la comunicación –que aumenta la especulación y la incertidumbre- hacia la transparencia comunicacional –que genera certidumbre y confianza-, en al menos los últimos doce años.

Deliberado o no, de alguna manera la mayor transparencia comunicacional de la política económica que se ha producido en el país, está amparada en lo dispuesto por el Artículo 49 de la Constitución de la República, en el que su numeral 1 establece que toda persona tiene derecho a recibir información de carácter pública.

Lo escrito viene al caso a propósito del tema cambiario, el que ha estado históricamente bajo la lupa pública, por aquello de las volatilidades pronunciadas en el pasado, ocasionada por múltiples factores, principalmente, como la crisis bancaria, la débil reserva internacional, la pérdida de confianza, la política monetaria expansiva, los déficit fiscales y en menor medida, por el tema del modelo del tipo de cambio fijo, flotante total o flotante con intervención del Banco Central, con las particularidades que cada tipología implica en la fijación del precio de la divisa.

En varias ocasiones la depreciación monetaria dominicana ha sido motivo de profundas preocupaciones, así como también de dolor de cabeza para los usuarios del dólar, que han visto colapsar sus proyectos de inversión o posposición del consumo por el curso del tipo de cambio, al no poder anticipar oportunamente la cotización de la moneda estadunidense en el mercado cambiario nacional; todo ello, ante un modelo de secretismo cambiario que profundizaba la incertidumbre en el referido mercado.

En el pasado, muy común se convirtieron las interrogantes: A cuánto amaneció hoy el dólar, a cuánto cerrará la semana o a cuánto iniciará la semana; mientras que, el dólar se tornaba más escaso y caro, pese a las inyecciones de dólares provenientes de las reservas internacionales del Banco Central.

Hoy día la etapa de la incertidumbre, provocada en parte por el secretismo cambiario fue superada, dando paso a una mayor transparencia comunicacional cambiaria.  Desde la formulación y aprobación del Presupuesto de Ingresos y Ley de Gastos Públicos del 2010 hasta la fecha, el ámbito fiscal ha venido consignando públicamente el estimado de la cotización del dólar en el mercado cambiario, el que fue situado para la ocasión en RD$ 37.90, como parte de los supuestos macroeconómicos que se construyeron.

La decisión de publicar dentro del presupuesto de la nación la tasa de cambio estimada es un avance significativo hacia el fomento de la transparencia, certidumbre y el fortalecimiento de la estabilidad en la cotización de la moneda norteamericana dentro del mercado cambiario nacional, con las consecuencias positivas por el lado de la confianza en la moneda local, en la tasa de interés bancaria y en menor nivel de presión hacia mayores tasas de inflación, al tiempo de una menor presión cambiaria.

Meta, registro y desvío cambiario, en RD$ y %

Año 2010 2011 2012 2013 2014 2015 2016 2017 2018 2019
Meta 37.9 39.5 40.7 43.0 45.8 46.7 47.2 49.1 51.1 53.1
Registro 36.8 38.1 39.3 41.8 43.6 45.0 46.1 47.5 49.5 50.7*
Desvío 2.8 3.6 3.4 2.8 3.2 3.5 2.4 3.2 3.0 4.5*

Fuente: Pagina web del Banco Central y cálculos del autor. * A junio, 2019

En la evidencia empírica nacional, el tipo de cambio del peso dominicano frente al dólar estadounidense ha presentado un nivel de desvío medio simple respecto a la meta cambiaria anual inferior en un 3.13 %, siendo los casos extremos el del 2016 con un mínimo de un 2.4 % y el máximo de un 3.5 % en el 2015.  A junio del 2019 el desvío se colocó en un 4.5 %.

Como puede apreciarse en el cuadro, el nivel de desvío de la tasa de cambio registrada en el mercado cambiario VS el proyectado en el presupuesto nacional, ha resultado para todos los años de la serie 2010-2018 sesgada hacia la baja. Aunque los desvíos no tienen punto de referencia acerca de un parámetro internacional o local, lo cierto es que ante los referidos hallazgos, la evidencia deja espacio para que la meta cambiaria pueda ser estimada en un menor nivel.

Una de las grandes ventajas que provee el ajuste hacia abajo del tipo de cambio estimado en el presupuesto que funge como meta cambiaria –conforme a la evidencia-, es que los agentes económicos del lado de la producción y el comercio podrían imputar menores ajustes de precios hacia el alza a principio de cada año, en beneficio de precios finales que reflejen una mayor sincerización de los costos para los productores y de precios para los consumidores.

Una mayor sinergia entre las instituciones públicas que conducen la economía nacional, permitiría afinar la estimación de la meta cambiaria o de reestimarla periódicamente, haciéndola acercar cada vez más hacia el nivel que registra al final del año el tipo de cambio, elevando su calidad de pronóstico, al tiempo de propiciar mayores niveles de credibilidad sobre la política económica y las instituciones públicas que las ejecutan, al cerrar la brecha entre la proyección y el registro en la tasa de cambio.