El bebé y sus Padres, después de la consagración en el Templo de parte del anciano sacerdote Simeón y la proclamación mesiánico de la última profetiza de la Antigua Alianza, la viuda Ana, vuelve a Nazaret, a la Galilea de los Gentiles despreciados por aquellos que se sentía los verdaderos hijos del Pueblo de Dios.
El Niño Jesús irá creciendo, aprendiendo, disciplinándose e interactuando con todos en el trabajo, los oficios caseros, la educación y aprendizaje de la sinagoga, la escuela de su tiempo y en el respeto, veneración y soporte a sus Padres.
La plenitud de la sabiduría y la gracia plena ha hecho su morada entre los hombres para que podamos participar de ella y no ser aplastados por nuestras limitaciones, fragilidad e ignorancia.
Hay una nueva vida junto a San José y María siempre Virgen, de la mano del Hijo de Dios.

