Está es la celebración corazón, el centro del Adviento.

El antiguo día de celebración de las madres, así como el 19 de marzo, día de San José, dedicado a los Padres, antes de que los gobiernos liberales quisieron despojar de su sentido de fe estos días tan importantes.

Libre del pecado original desde su concepción, María es la Nueva Eva, elegida para ser la Madre Virgen de Nuestro Dios y Señor Jesucristo.

Libre es la Virgen María de todo pecado. La Llena de Gracia ha propiciado que la Divina Providencia de Dios se manifieste en nuestra historia.

Por María y su Hágase llegó a nosotros Cristo Jesús.

El teólogo del Vaticano II nos dijo que la verdadera que se libre es vivir en gracia. Les digo que estoy harto de vivir como un esclavo.

Hoy, la Iglesia nos llama a consagrarnos a la Virgen María, a comprender que gracia y libertad es la vida misma de los hijos de Dios, y no una tortura y cargo de conciencia por fallarle a Dios, sino madurar, ser responsables y solidarios con los demás.

Salgamos del Pecado… Aprendamos a confesarnos bien… Es decir, ¿en qué estoy fallando en los 10 mandamientos, y sobre todo en la ayuda a los más pobres? que es el peor de todos los pecados a la hora del juicio final.

Oremos con las palabras del Papa León:

“Ruega con nosotros, Mujer fiel, sagrado seno del Verbo. Enséñanos a escuchar el grito de los pobres y de la madre Tierra, atentos a las llamadas del Espíritu en el secreto del corazón, en la vida de los hermanos, en los acontecimientos de la historia, en el gemido y en el júbilo de la creación. Santa María, madre de los vivos, mujer fuerte, dolorosa, fiel, Virgen esposa junto a la Cruz, donde se consuma el amor y brota la vida, sé tú la guía de nuestro compromiso de servicio. Enséñanos a detenernos contigo junto a las infinitas cruces donde tu Hijo sigue crucificado, donde la vida está más amenazada; a vivir y dar testimonio del amor cristiano acogiendo en cada hombre a un hermano; a renunciar al oscuro egoísmo para seguir a Cristo, verdadera luz del hombre. Virgen de la paz, puerta de la esperanza segura, ¡acoge la oración de tus hijos!».