TT News Agency/AFP / Jessica Gow

Suecia puso fin este viernes a cuatro meses de psicodrama político con la reelección en el Parlamento del primer ministro socialdemócrata Stefan Löfven, que logró neutralizar a último momento a la extrema derecha y salvar a uno de los últimos gobiernos de centroizquierda en Europa.

El nuevo gobierno minoritario de centro izquierda, que será presentado y se instalará el lunes, incluirá a los socialdemócratas y los Verdes, tal como ocurriera entre 2014 y 2018.

En el Riksdag, cámara única del legislativo sueco, este gobierno será además apoyado por el Centro y los Liberales, que fueron miembros de la oposición en la precedente legislatura, en virtud de un acuerdo programático firmado la semana pasada.

Juntos, estos cuatro partidos disponen de 167 escaños sobre un total de 349, ocho menos que la mayoría absoluta de 175. Pero la Constitución del país escandinavo permite a un gobierno mantenerse siempre y cuando una mayoría de diputados no vote una censura.

El Partido de izquierda (excomunista, 28 escaños), que apoyó durante cuatro años a la coalición saliente, está excluido de esta nueva alianza. Para cerrar al paso a la extrema derecha, este partido decidió abstenerse.

Stefan Löfven debió hacer importantes concesiones políticas a las dos formaciones de centroderecha, que impusieron una flexibilización laboral, la baja de impuestos para los altos ingresos y la liberalización de alquileres para viviendas nuevas.

El gobierno Löfven será uno de los más débiles del país en los últimos 70 años, con solamente 32,7% de los votos en las legislativas del 9 de septiembre.

«En todas partes, la extrema derecha extiende su influencia» declaró Stefan Löfven en conferencia de prensa tras la votación en el Parlamento.

«Suecia se va a dotar de un gobierno que no será dependiente de los Demócratas de Suecia», el partido nacionalista anti-inmigración, que ha emergido como nuevo protagonista entre la izquierda y la derecha sueca.

En las elecciones legislativas del 9 de septiembre, los Demócratas de Suecia llegaron en tercera posición, con 17,6% de los votos.

El jefe de esta formación de extrema derecha y neonazi criticó el viernes «la capacidad de Stefan Löfven de mantenerse en el poder sin llevar a cabo su propia política».

De forma sucesiva, Löfven y el jefe del partido conservador, que ocupó el segundo lugar, Ulf Kristersson, recibieron el encargo –en vano– del presidente del Parlamento para formar una coalición. Ambos rehusaron aliarse con el partido de extrema derecha, pese a las creciente presiones internas en la derecha.

«Durante mucho tiempo, la política estuvo dominada por una oposición entre los dos bloques. Desde la progresión electoral de los Demócratas de Suecia, ha aparecido ahora una oposición entre tres bloques», lo que hace más difícil crear coaliciones en el ejecutivo, comenta el politólogo Olof Petersson.

El acuerdo entre el futuro gobierno y el centro derecha suscita «preocupación» en la izquierda, especialmente respecto a la política fiscal que «corre el riesgo de agravar las desigualdades en la sociedad sueca» destaca Ulf Bjereld, profesor de ciencia política en la universidad de Gotemburgo, cercana a los socialdemócratas.