Devolver mal por mal es anticristiano.

A los agravios, bofetadas y pleitos no se les dedica ni un segundo de vida. Hay que seguir adelante, dejar personas y ambientes caracterizados por esto, huir de ellos. No circundar por todo el dinero del mundo un espacio tan tóxico que asfixia.

En cambio, la nueva ley de Dios es darse por entero a quien lo requiere por necesidad extrema y desesperada, acompañar a quien está en apuros, pero sin apegos y ser generosos. Para tan grande tarea pidamos la fuerza de Dios contenida en el Cuerpo y la Sangre de Cristo.