En la medida que podemos nos organizamos y planificamos todo. Es nuestra responsabilidad. Pero recordemos el dicho: Quieres que Dios se ría, cuéntale tus planes y proyectos que has decidido realizar a toda costa y al precio que sea.

Tanto escapa a nuestro control, tal como el viento, no somos dueños de lo más preciado que se nos otorga, de lo alto dado gratuitamente.

Siempre aprendiz es el verdadero Maestro. Es temporal el manejo de las cosas y nunca dueños de las personas.

Somos todos simples colaboradores en el Reino de Dios.

De lo único que tenemos certeza, si seguimos un constante nacer de nuevo por los Sacramentos de la Iglesia, es que correremos la misma suerte del Hijo del Hombre que bajo del Cielo. Seremos elevados a su misma Cruz de vida eterna.

Santa Catalina de Siena, Virgen y Doctora de la Iglesia, ruega por nosotros.