Santa María Magdalena, como cada martes de la Octava de Pascua, nos lleva al Encuentro del Resucitado.

Le llama: mujer, proclamando su condición de creatura humana y su dignidad como persona. Sólo Dios nos hace tomar conciencia plena y asumir nuestra responsabilidad con la vida.

!¡Basta de estar llorando de pesar, abandono y tristeza! ¡Hay que levantarse del suelo y ponerse en pie como oran quienes creen en la resurrección de Cristo Jesús de entre los muertos, el cual pronuncia hoy, tal como hizo con la Apóstol de los Apóstoles, la de Magdala, nuestro nombre dado por el bautismo de la Iglesia!.

Es el Maestro que vive para siempre, celebrado como tal en la Comunidad de los hermanos, quien nos hace revalorizar lo que tenemos en existencia que es pura dádiva inmerecida de nuestro Dios para ser compartida con quienes sufren persecución, perdidas tan dolorosas y el sin sentido de la presente vida.

Reina del cielo, alégrate, aleluya.
T: Porque el Señor, a quien has llevado en tu vientre, aleluya.

G: Ha resucitado según su palabra, aleluya.
T: Ruega al Señor por nosotros, aleluya.

G: Goza y alégrate Virgen María, aleluya.
T: Porque en verdad ha resucitado el Señor, aleluya.

Oremos:
Oh Dios, que por la resurrección de Tu Hijo, Nuestro Señor Jesucristo, has llenado el mundo de alegría, concédenos, por intercesión de su Madre, la Virgen María, llegar a los gozos eternos. Por Jesucristo Nuestro Señor. Amen.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo, como era en el principio ahora y siempre por los siglos de los siglos. Amen. (tres veces)