El gran peligro y la más mortífera tempestad es de menor daño que el quedarse en la orilla mirando al mar, pensando que ocurre en altar mar, sin enterarse de lo que es afrontar los riesgos, sufrir los naufragios y lo más importante, ser salvados de perecer por Cristo Jesús, quien nos da el alimento y el vigor en beneficio de todos para poder seguir adelante en la misión que ha sido reservada para cada uno en particular.

La falta de fe, el miedo y el pavor que nos produce la resistencia de esta sociedad al Reino de Dios, sus valores y su justicia pueden hacer naufragar nuestras ilusiones, proyectos de bondad y la esperanza de una mejor sociedad.

Siempre estará Jesús con nosotros para animarnos con una nueva comunidad, con la Barca de la Iglesia, con la fuerza de su Espíritu y con la promesa de que su paz y calma reinarán en nuestros ambientes. Lo sabemos por la Eucaristía. Ella es nuestra seguridad.

ofrecemos esta Misa por la Santa Iglesia.