Aunque, y porque una multitud siguiera a Jesús, esto no le movió a endulzarle los oídos con palabras simpáticas, bonitas y motivadoras tales como: SE TÚ LA MEJOR VERSIÓN DE TI MISMO.

Nada de esas palabrerías y estilos de vida superficiales. El Divino Maestro les hablo claro y pelao: si quiere alguno ser mi discípulo…

No seamos prisioneros de una mundanidad que quiere imbuirnos hasta asfixiarnos y nublar nuestra mente y voluntad en eventos sociales, de entretenimiento, del culto al cuerpo escultural de la época de los griegos y romanos, en religiones de espiritualismo de contentamiento individualista y sin compromiso eclesial, y por tanto, desencarnados de la realidad.

Un camino mucho mejor se nos ofrece hoy en la Santa Misa: la relación familiar de aquellos que se comunican de acuerdo a los criterios del Evangelios. Los hijos están heridos por sus padres ausentes y desajustados en su rol de adultos responsables y educados.

Cargar la Cruz nos trae tantas cuestionantes a lo largo de los años, dudas, mirar hacía atrás y pensar que se ha despedido la vida o no superar decisiones mal tomadas y equivocaciones. Hay que seguir adelante. Jamás pensar que las puertas del servicio no se abrirán en tantos lugares que nos requieren y en los que seremos perfectos para este servicio.

La edificación de la Iglesia nunca parará. El Padre Celestial es el arquitecto, Cristo es el cimiento y constructor, y el Espíritu Santo siempre nos requiere en su obra. Nadie, aunque critiquen, podrá separarnos de la Comunión de los Santos.

Tanta ambición, tanta batalla, tanta guerra… ¿Para qué?

La Paz se construye con el trabajo honrado, dedicado y tenaz. Tú y yo tenemos tanto de bien que aportar. Huye de los que te quieren apartar de la entrega radical, de la renuncia a todo lo que no sea la Cruz de Cristo y de la muerte al mundo de espaldas al Reino de Dios dado como primicia en la Santa Eucaristía.