¡Qué desafío nos pide la fe cristiana! No devolver mal a los que nos han odiado y hecho daño. Perdonar a los que nos persiguieron.

Agua que no se bebe, hay dejarla correr. Sigamos nuestro rumbo.

Nuestra principal preocupación ha de ser el bienestar y la salvación de nuestros parientes, amigos y conocidos.

En un mundo de tantas injusticias, revanchas y primacía de nuestros prejuicios y condicionamientos, hemos de buscar la paz y hacer todo lo humanamente posible para poder trabajar con tranquilidad y haciendo el bien.

Una y otra vez volvemos a la persona, al ámbito y a las decisiones en el proceder de San José. Huyó de enfrentamientos y conflictos. Prefirió laborar sin otras pretensiones que servir. Su familia, la fe de sus padres y el bienestar de quienes le rodeaban eran su prioridad.

San José, bajo tu guía, patronazgo y protección queremos vivir en unidad con María, nuestra Madre para estar en Comunión con Cristo.